"Decir que era una mujer trans me quitó una losa de 5.000 toneladas"

Fuenlabrada

“Estás en el tren y hay gente que todavía se cambia de sitio para no sentarse a tu lado, vas andando y, a veces, te miran mal o con cara de asco”. Son cosas que Diana Cardo, una mujer trans nacida en Madrid y residente en Leganés desde hace cinco años, todavía vive en su día a día. Pero no le importa. Mujer valiente y con arrojo, confiesa sentirse feliz desde que hace poco más de dos años salió del armario, como ella misma dice entre risas. “Desde entonces soy feliz, mi vida ha cambiado a mejor y mucho. Antes tenía el lastre de estar ocultando lo que era, lo interioricé tanto que lo hacía inconscientemente”. Así que cuando decidió ser mujer con todas sus consecuencias, en privado y en público, fue “como descargar una losa de 5.000 toneladas, todo el trabajo que usaba en esconderme, en estos momentos, lo puedo dedicar a otra cosas”.

Ahora tiene una nueva pareja a la que no le ha ocultado nunca que es una mujer trans y que la acepta como es. Pero no siempre fue tan fácil, reconoce. “De jovencita ya vislumbraba que había algo en mi que no cuadraba, eran los 80 y era complicado encontrar referentes, así que me cohibí”. Entró en un proceso que le abrió definitivamente los ojos. “A mi lo que me pasa es que soy una mujer, soy una chica”, se dijo un buen día. Salió del armario con 48, y tuvo la gran suerte, no siempre es así, de tener la total comprensión y apoyo de familia y amigos, según recuerda con orgullo.

El calvario legal

Una vez dado ese paso, cualquiera podría pensar que ya está todo hecho, pero no. El proceso para la persona trans no acaba aquí, queda el calvario de la parte legal. Que tu DNI coincida con tu identidad sexual. Diana recuerda que la Ley actual dice que “debo estar dos años en terapia. Para empezar el tratamiento hormonal debo visitar a un psiquiatra, a un psicólogo y que me den el visto bueno, para qué si yo ya sé lo que soy, pero es lo que marca la Ley”

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Después en el Registro Civil, aportar toda la información que me pìden los informes médicos que me diagnostiquen disforia de género, de ahí el caso pasa al Fiscal y al Juez que es quien autoriza el cambio de nombre, “otra persona más ajena a mi vida, que decide por mi”.

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“Nosotras también sufrimos delitos de odio”

Y en estos trámites está Diana, quien reconoce que para hacer muchos trámites leganes como mujer, tiene que depender de la buena voluntad de la persona que tenga delante. “Tuve problemas para hacerme una radiografía porque en mi tarjeta sanitaria pone Diana Cardo, pero en el sistema aparece mi otro nombre todavía”. Aunque éste ha sido un problema menor, si se compara con un incidente en unos grandes almacenes, cuando fue recriminada por una joven al entrar en el baño de las chicas, a la salida le esperaba el novio para “partirme la cara”. Tuvo que intervenir la policía, porque la seguridad del centro daba la razón a la pareja. Ha habido algún que otro incidente y por eso recuerda que el hombre y la mujer trans también sufren delitos de odio, aunque no salgan en los medios.

Cardo pide visibilidad para los trans. “Estamos muy poco visibilizados, muchas veces por desconocimiento, pero también por prejuicios. Lo que sufrimos ahora las personas trans es lo que pasaron los homoxesulaes masculinos en los 70, las lesbianas en los 90 y ahora nos toca a nosotros”.

Para terminar con los prejuicios, educación, educación y educación. “Una de las reivindicaciones del colectivo LGTBI es que haya una asignatura en los centros educativos en la que se contemple una educación sexual, no solo para evitar enfermedades de transmisión sexual, que está muy bien, sino en un sentido más amplio, con cosas como diferencia entre género y sexo, que es orientación o identidad sexual…”

Diana afronta el futuro con optimismo y con ganas de luchar por todo. De momento ha emprendido una aventura política en Leganés, dentro de la candidatura de Leganemos para las municipales de este año.