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El misterio de los símbolos fálicos de un monumento católico en un pueblo de Cuenca

En el Calvario del cerro de la Hontanilla del pueblo conquense de Los Hinojosos se conservan restos de un monumento romano que, con el paso del tiempo, fueron adoptados por la religión cristiana

Calvario del cerro de la Hontanilla en Los Hinojosos (Cuenca). / Antonio Martín Asperilla

Cuenca

En el cerro de La Hontanilla del pueblo de Los Hinojosos, en Cuenca, nos encontramos con unos falos de piedra que datan de época romana. Son un símbolo de culto a la fertilidad dirigido tanto a personas como a cosechas. Aquellos rituales han perdurando hasta tiempos recientes respetados y sobreviviendo a cambios religiosos. Estos símbolos tenían un significado que va mucho más allá de lo sexual. Una vez más nos encontramos con la tradición romana, con unas creencias, rituales y prácticas que han llegado hasta nuestros días. Lo hemos contado con Sheila Gutiérrez y Miguel Linares en el espacio Misterios Conquenses que emitimos los martes en Hoy por Hoy Cuenca.

El misterio de los símbolos fálicos de un monumento católico en un pueblo de Cuenca

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Los falos de piedra que podemos encontrar en el pueblo de Los Hinojosos miden aproximadamente 1,04 metros de altura y los estudios realizados nos hacen una referencia estimada de que fueron construidos y ubicados hace más de 2000 años en el paraje conocido como cerro del Santo de la Hontanilla, como explica el investigador conquense Miguel Salas Parrilla, natural del pueblo cercano de La Almarcha, en su estudio Los falos de piedra de Los Hinojosos (Cuenca). Notas sobre su culto extinguido. Culturas Populares. Revista Electrónica 3 (septiembre-diciembre 2006).

Falos de piedra en Los Hinojosos (Cuenca). / Antonio Martín Asperilla

Son unas representaciones con gran connotación sexual que fueron cristianizados haciendo que se mezclaran con otro gran símbolo, la cruz. Se encuentran en un recinto hecho con el mismo material que los falos de piedra. Lo que nos llama primeramente la atención son esas construcciones como si de menhires se trataran, que sorprenden al compartir espacio con una cruz de metal y soporte de piedra. Pero todo esto tiene una explicación. Seguro que estos falos los utilizaron para delimitar un espacio sagrado. Algo que curiosamente a la llegada del cristianismo se respetó, ya que se dieron cuenta de que aquello no era un lugar cualquiera, fue utilizado como espacio de reunión para el culto.

Sabían de su origen romano y de que quizá ese culto fuera dedicado al dios Mutunus Tutunus, una deidad fálica del matrimonio y símbolo de la fertilidad.

Su número rondaría entre los 20 y los 40, y sabemos que a comienzos del siglo XX todavía quedaban por lo menos 14, su disposición probablemente fuera circular, colocados en uno o dos círculos concéntricos. En la actualidad encontramos ocho de estos falos que nos señalan un vía crucis que culmina en un Calvario. Hay tenemos el claro ejemplo de cómo los cristianizaron y sobrevivieron de un culto a otro, pero con algunos objetivos en común.

 
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