La arqueología oculta de Madrid

Madrid

Hay que reconocer que no es el tesoro de Tutankhamón. Que nadie se lleve esa desilusión, pero no es la primera vez que aparecen restos arqueológicos durante la construcción de un edificio en el centro de Madrid. Contamos con ejemplos muy conocidos que gracias a su integración posterior en el paisaje urbano, han llegado hasta nosotros perfectamente acondicionados. La iglesia de la plaza de Ramales en donde estaba enterrado Velázquez es un buen ejemplo de ello. Hoy al pasear por la plaza, una serie de bancos corridos nos recuerdan el dibujo de los muros de la iglesia. En el metro de Ópera podemos ver el Museo de los Caños del Peral, el antiguo acueducto que en el siglo XVI llevaba agua al Alcázar de los Austrias, el cercano palacio de Felipe II.

Las ruinas de Bailén

Como decía más arriba, lo descubierto ahora no ha sido una sorpresa. Gracias a los antiguos planos de la villa, especialmente el plano de Teixeira (1655), sabemos que en el emplazamiento en donde se está trabajando, estaban las antiguas caballerizas de palacio de los Austrias. Tras su desaparición por el desastroso incendio de 1734 y que dio pie a que Felipe V, pocos años después construyera uno nuevo, el que hoy podemos ver.

Pues bien, aunque se hayan levantado por encima varios metros de asfalto y el paso del tiempo hayan borrado de nuestra memoria el recuerdo de la historia que allí se vivió, la arqueología aún nos da sorpresas para facilitarnos la comprensión de nuestro pasado. No es el tesoro de Tutankhamón, desde luego, pero es parte de nuestra historia y como tal, tenemos que conocerla.