Cuando eramos horteras
Comentario de opinión del catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia, Pepe Belmonte
Micromentario de Pepe Belmonte (27-01-20)
02:45
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Murcia
Quizá algunos de ustedes aún no sepan por qué razón el árbitro murciano Ángel Franco Martínez no dirigió ninguna final de la Copa del Generalísimo, que se celebraba, como era de rigor, en el estadio Santiago Bernabéu, con la presencia, claro está, del dictador, de Paca la Culona, como lo llamaban sus amigos –¡menudos amigos!- en la Academia militar.
Imaginen, por un momento, la prensa del día siguiente, en Hoja del Lunes: "Franco estuvo muy poco acertado", "Franco estuvo fallón", "Franco metió la pata hasta el fondo", "Franco roba el partido al Barça"...
Era demasiado riesgo permitir que, en el propio estadio, alguien, con doble intención, insultara a pleno pulmón al árbitro, diciendo algo así como "Franco, cabrón, no tienes ni puta idea". O cosa por el estilo.
Ni qué decir tiene que cuando el tío Paco estiró la pata, a partir de 1975, nuestro Franco, Franco Martínez, por fin pudo dirigir una final de copa del Rey, con la presencia, en esta ocasión, del recién estrenado monarca.
Los setenta del siglo pasado fue, sin duda alguna, la auténtica década prodigiosa. Un tiempo en el que pasamos del rosa al amarillo, o a la inversa: de los últimos años de una férrea y sangrienta dictadura, que seguía mandando a gente al paredón, a otra época repleta de esperanza con la recién estrenada democracia.
Fueron –los que tienen ya cierta edad lo recordarán– los años en los que los jóvenes fumaban tabaco mentolado y usábamos esos horribles pantalones de pata de elefante.
Los años en los que las madres estaban convencidas de que la Quina Santa Catalina daba ganas de comer, y en los que Colombo, aquel detective que siempre iba hecho un Cristo, con la gabardina sucia y un ojo a la virulé, a base de insistir una y otra vez, haciéndose el tonto, resolvía los casos más raros e insólitos que se le ponían por delante.
Por aquellos felices setenta, estaban en todo lo suyo el incombustible Georgie Dann con El Bimbo, Karina, Massiel, Camilo Sesto, Los Diablos, Pablo Abraira -¡Amiga, hay que ver como es el amor...!- o el simpático Pepe da Rosa.
En tanto que se nos marcharon para siempre, con todo el dolor de nuestro corazón, provocando una auténtica tragedia nacional, la voz varonil y potente de Nino Bravo o la dulce y melodiosa de Cecilia. ¡Qué tiempos!
Todo ello, con pelos y señales, con fotografías, con letras de canciones, nos lo cuenta, con desparpajo y no poca gracia, el radiofonista y escritor Oché Cortés en su libro titulado Cuando éramos horteras. Crónica sentimental de los 70, que ha publicado en la prestigiosa editorial Plaza y Janés.
Un auténtico tesoro con el que se pone a prueba nuestra frágil memoria y nuestra dolorida nostalgia.