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La semana

Diario de una periodista confinada: cuarta semana

Así es mi día a día desde que convertí el salón de mi casa en un improvisado estudio de radio

Elena López en el estudio improvisado en su salón / Radio Coruña Cadena SER

Elena López en el estudio improvisado en su salón

A Coruña

Día 24 (06/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 24 (06/04/2020)

03:08

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El día 24 en confinamiento coincide con el lunes de la Semana Santa menos "normal" de los últimos tiempos. Finalizadas las primeras tres semanas en estado de alarma, hoy cuando escuché a Angels Barceló que quedaban "otras tres", les voy a ser sincera, los grados de la pendiente aumentaron un poquito y suspiré hondo. Éramos conscientes pero verbalizarlo siempre da un zarpazo más a la realidad. La montaña rusa del confinamiento pasa de la alegría a la tristeza en menos en lo que se detecta un COVID-19.

Por aquí seguimos aguantando, y más que eso por que hay veces, incluso, que hasta le vamos pillando el gustillo. Los nervios en ocasiones están a flor de piel, y en los niños hasta se nota fisiológicamente, pero la vida "in" nos está descubriendo nuevos ritmos. Ayer empezamos a ver una película... La primera del confinamiento porque el teletrabajo y mi complejo de restaurante 24/7 han sido incompatibles con esas limpiezas generales, certámenes de masterchef, clases de pilates, entrenamientos fit de mañana y tarde, copas de vino a la luz de las velas y sesiones de lectura acompañadas de té inglés, de las que disfrutan muchas familias. Por aquí sólo hemos movido los muebles para hacer sitio al teletrabajo, a las peleas de judo y los peloteos de pádel... a veces bailamos, pero mis gustos pocas veces coindicen con los de los dos menores reclusos. Tiempo al tiempo porque aún nos quedan tres semanas.

Volviendo a la peli, la vimos en nuestra guarida. Sí, una especie de "galpón chic" estilo "hippye-oriental", almohadillado, con luz tenue y wifi que han instalado en una habitación. "Lo vamos a dejar así hasta que vengan las primas". Tiene hasta plazos de ejecución y finalización de obra. La película trata de dos chicos que viven en dos lofts, preciosos por cierto, y que debido a una apuesta se ven despojados de todo. Todo es todo. No hemos visto el final pero a los 500 trajes de Gucci y las 300 zapatilas Nike ya le han ganado terreno las relaciones personales. Uno de ellos descubre una foto de su abuela con un hombre, que no es su abuelo, en la que sonríe como no lo ha hecho con nadie, es "quizas el verdadero amor de su vida". A la mujer se la llevan a una residencia, ya no puede valerse por si misma, y se dan cuenta de que no saben nada de ella.

Conocernos un poquito más y parar a mirarnos también debería ser parte de esto. Hoy y siempre. Muchos de los comentaros estos días son "lo bueno es que estamos todos juntos". Los que pueden. Dice Neruda que si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida. Pues eso. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 25 (07/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 25 (07/04/2020)

01:48

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Día 25 del confinamiento. Es martes de Semana Santa y nadie habla de quedar, de verse, de montar una comida o una cena... Hoy se habla de la cuenta atrás para salir de ésta, sin nisiquiera saber si ya la hay. Hoy se habla de hospitales de campaña, sin nisiquiera saber si se necesitarán. Sin embargo el lenguaje bélico ha penetrado en el cotidiano. Aún recuerdo cuando nos asombramos al ver a los chinos construir un hospital en 10 días. Recuerdo cuando lo comentamos en una rueda de prensa con la conselleira Ethel Vázquez y ella dijo "off the record" que "ojalá nosotros nunca necesitemos hacerlo". Y aquí estamos montando uno, si queremos, en 24 horas. Estábamos en el Materno Infantil hablando del nuevo CHUAC, que hoy ha quedado en suspenso. Lo no urgente se ha quedado en el vértice de la pirámide invertida. Y fuera de las ventanas... hay quien aprovecha para volver.

La falta de tráfico o la misma reducción de personas por las calles ha dejado ver estos días imágenes inéditas, por lo menos para los de mi generación. Cisnes en La Marina de A Coruña, también en los canales de Venecia, zorros por Londres, pavos reales por Madrid, corzos paseando por el acueducto de Segovia. Animales que aprovechan que la huella humana se ha metido en casa para salir. Yo desde mi ventana oigo los pájaros. Bien es cierto que el sonido de las gaviotas siempre ha sido habitual, con o sin pandemia. Los nidos de mi tejado dan fe de ello cada primavera. Pero ahora a ellas se han unido los gorriones y también esas aves que llaman "oportunistas"... como las urracas. Conocidas por "aprovechar el momento", estos días vuelan a sus anchas a ver quién encuentra el mejor festín. Días de oportunidad para la naturaleza.

Que aprovechen porque en nada estamos volviendo a arrasar la tierra. Y ya ni nos acordaremos que por aquí hubo animales. Hoy los oportunistas son ellos. Mañana lo serán los humanos por tiempo indefinido. Estoy segura de que hay quien se aprovechará de todo esto. Yo mientras también estoy aprovechando.. que el mayor no se da cuenta de que en martes santo ya no habría colegio para pedirle que haga algunas tareas. ¿Oportunista o previsora? sin duda, aprovechada. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 26

Diario de una periodista confinada. Día 26 (08/04/2020)

03:11

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26 días dentro de casa. A las puertas de dos días festivos, en confinamiento las prioridades y los planes cambian. Al igual que está cambiando nuestra forma de pensar, de vivir, de sentir. Los más optimistas creen que esto nos servirá para ser mejores. Otros, menos optimistas, creen que después de que pase todo, todo volverá a la normalidad. Todo. También las prioridades consumistas y las ganas voraces por poseer todo... y nada.

Ayer al salir a la ventana a aplaudir, después de 26 días, dejé que mi mirada se fijara, sin reparo o vergüenza, en sus caras. En las de todos esos vecinos que estos días ponen su cara en una ventana, sacan sus manos y se convierten en comunidad. Como quien se para a mirar a alguien por primera vez, aunque lleve viéndolo veinte años. Ayer me di cuenta de que no conozco ni a la mitad de toda esa gente que en situaciones normales compartiría conmigo acera y calzada. Hay muchos pisos vacíos. O muchos que prefieren no salir a aplaudir. Enfrente hay una estudiante. O eso supone mi imaginación al verla pegada al flexo durante casi todo el día.

Levanta su persiana a las ocho en punto de la mañana y se sienta frente a una mesa pegada a la ventana. Todos los días. Lo se por el sonido. En estado de alarma esta calle se ha vuelto silenciosa. Con un jersey casero y hasta una de esas llamadas toquillas que cubren los hombros se sienta a leer y, a veces, me parece que declama en voz alta. Todo parece indicar que vive con su madre. También hay muchas mujeres solas, de avanzada edad, en las que nunca me paré a pensar y no sabía de su existencia.

Una de mis mejores amigas se ha hecho voluntaria de la Cruz Roja. Ha decidido dedicar sus tardes a atender llamadas de los que sí necesitan ayuda. Es posible que muchas de estas mujeres que salen sonrientes a aplaudir por sus ventanas a las ocho de la tarde, algunas sacan esa pandereta que nunca tiraron por el "por si acaso", necesitan de esa llamada para, simplemente, hablar. Hoy mi diario va dedicado a ellas y también a esas personas que, como mi amiga, han pasado del "decir" al "hacer", del "me encantaría ayudar" al "ayudo". Porque quizás después de todo esto la sociedad no sea mejor, es posible que ni siquera recordemos cuáles son nuestras prioridades. Hoy echamos de menos los abrazos, pero se que volveremos a poner escusas para darlos. Sin embargo hoy yo me quedo con el ahora. Con ella y con ellas. Con lo que hacen para ser y sentir. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

 
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