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La semana

Diario de una periodista confinada: quinta semana

Así es mi día a día desde que convertí el salón de mi casa en un improvisado estudio de radio

Elena López en el estudio improvisado en su salón / Radio Coruña Cadena SER

Elena López en el estudio improvisado en su salón

A Coruña

Día 31 (13/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 31 (13/04/2020)

03:03

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Se cumple un mes de confinamiento. 31 días desde ese viernes, 13 de marzo, en el que algunos niños fueron al cole "de forma voluntaria" a recoger sus libros... y otros consideraron que hay muchas cosas voluntarias en la vida, mucho más interesantes, que ir un viernes al cole. En mi casa hubo empate, uno a uno, pero unanimidad en que a día de hoy lo echan de menos. Hoy escribo mi diario mientras inflo una montaña de globos. No, no es para celebrar el mes confinados... es para celebrar que hace ocho años nació un rey. Al más pequeño de los diez primos le toca cumplir en confinamiento. Cabal, algo tímido, pero también temperamental y seguro de si mismo, a veces le toca poner la cordura a esto y otras darse cuenta de que en la tómbola de hermanos le tocó el más bueno de todos. La situación de encierro ha hecho que muchas casas hayan celebrado cumpleaños en la intimidad. Ésa que nos ha sido robada por los macrocumples en macroinstalaciones, los supermegajumps, los animadores impersonales, los gritos pactados y los sillones ficticios de rey por un día.

Hoy ahí fuera sigue todo igual. Con algo más de actividad, nos dicen que ha vuelto la construcción y la industria, aunque yo no puedo salir para comprobarlo. Ha amanecido muy gris, pero finalmente ha salido el sol. Sí, compruebo que la vecina de enfrente ha vuelto a levantar su persiana a las ocho en punto. Ajena a la radio que tiene montada enfrente de su ventana, se ha puesto a estudiar. Oposiciones quizás. Hoy las de funcionarios de prisiones llevan incluidas las clases prácticas. Hoy se han vuelto a formar las colas de gente en la acera del supermercado y en la de la frutería, personas separadas y con mascarillas, una imagen que ya no llama la atención. Dicen que acostumbrarse es otra forma de vivir.

Tras una Semana Santa atípica, no ha habido huevos de pascua, ni procesiones, pero sí buenos amigos que dejan roscones y pan, y entre las fotos de los grupos descubrimos tradiciones que no conocíamos, como el bolo de Pascua. Tardes de clásicos que nos recuerdan que Espartaco existe e hijos que te sorprenden diciéndote que eres la mejor cocinera del mundo... Cosas del confinamiento. Pequeñas cosas, como los abrazos nerviosos de ayer, que hacen más grande nuestra vida y más intensos nuestros recuerdos. El cumpleaños de hoy lo recordaremos siempre. Más austero que nunca, será sin duda el más especial. Lo de los globos improvisados que han llenado la casa de rojo... lo cuento en privado. Gracias por tener recursos de "Guerra". Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 32 (14/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 32 (14/04/2020)

02:48

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32 días y comienza a verse la luz al final del túnel. La presión sobre las UCIs es menor y el índice de reproducción del virus, el número de contagios a partir de una persona, es de uno. Llegó a ser de tres en los inicios de la pandemia. Parece que fue ayer, como dice la canción, no "cuando te vi aquella vez en primavera", si no cuando me senté a escribir este diario, nacido de la improvisación y de una situación nunca vivida. Al igual que surgió el virus. No sabemos ni de uno, ni de otro, cuanto durará.

Como ya adelanté, ayer fue un día especial, vino a vernos una dotación de Protección Civil y por primera vez en mi vida este barrio, en donde yo nací, cantó al unísono el "cumpleaños feliz".

Hoy vi la luz al final de ese túnel cuando escuché que en España están pensando en dejar salir a los niños, síntoma inequívoco de que se va relajando la situación. Los niños, los grandes "supercontagiadores". Estoy pensando en ponerles una capa. Pero bueno, que sólo se lo están pensando. Otro índice de mi positivismo es una conversación. Esta mañana me encontré en el portal -no iba a salir, no, sólo a recoger un paquete- al vecino de abajo. Quise ponerme esa capa y hacerme transparente. O quizás tener el superpoder de traspasar el hormigón y aparecer en mi casa sin pasar por la escalera. O directamente hundirme en un agujero en el subsuelo. Pero nada de eso pasó. Entonces, sonreí. Dicen que no hay mejor carta de presentación que una sonrisa, incluso para presentarse a alguien que lleva soportando durante más de un mes saltos, pelotazos, carreras, gritos y músicas, a veces del todo menos melodiosas, provenientes de tu "hogar, dulce, hogar". Entonces apareció la sintonía de la tensión en las pelis.... me preguntó el clásico "qué tal" y enseguida le respondí, con el paraguas de la bronca puesto, la misma pregunta. Respondió: "Ahora bien, pero al principio fue un poco duro". "Al principio", síntoma inequívoco de que ya vemos la luz al final del túnel.

Por cierto, ayer en tierra hubo cánticos, pero por aire el helicóptero de Salvamento Marítimo sobrevolaba la zona. Lo dejo en el aire para sus imaginaciones. Y con el vecino... creo que nos vamos a seguir saludando en el descansillo. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 33 (15/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 33 (15/04/2020)

02:52

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Ya van 33 días. Un día más me levanto y la noche sigue durmiendo en las casas. Fuera, el sonido del silencio es aún más intenso de lo que lo era en las madrugadas en las que éramos libres. El camino del pasillo al estudio ya se hace de forma automática y puedo decir que la oscuridad es mi vieja amiga. La saludo y el click del flexo, con su destello, agrieta la noche y la lleva a replegarse de nuevo en los rincones de la casa donde aún el sueño es el protagonista.

33 días después hay quien comenta que es más difícil conciliarlo y, es cierto, las noches a la luz de las pantallas son cada vez más numerosas en el barrio. Se nota por las luces en las ventanas que cada vez se apagan más tarde. Será la falta de gasto energético... que es indirectamente proporcional al gasto cibernético. El segundo click del flexo me indica que ya ha amanecido.

El sonido, ese gran indicador de momentos, de historias, de noticias, que en mi caso cada madrugada sólo se rompe al encender el quantum, ponerme el auricular y escuchar las palabras del técnico. Las primeras de la jornada. Suele ser un "hola", un "estoy" o un "vamos, te dejo a la escucha". En tiempos de coronavirus y con la sensación de hacer radio en la clandestinidad, los sonidos cobran aún más importancia.

Hoy mi primo de París, mi primo por excelencia, me ha mandado uno. Un sonido tras unas imágenes. En el vídeo se podía ver un café con leche, perfecto, como de máquina, y un trocito de bizcocho, que por la pinta podría llevar zanahoria o calabaza. Ambos sostenidos en una taza y un plato con figuras geométricas de azul cobalto que antes de leer sus palabras ya reconocí. Y es que ¿quién si no iba a desayunar en París con la Bauhaus gallega?

Pero lo que más me emocionó no fue Sargadelos, si no el sonido de fondo... Mi voz en el ambiente hablando de las noticias de A Coruña siempre me sobresalta y más si es del otro lado de nuestras fronteras. El confinamiento ha significado el sesgo de muchos planes que han quedado truncados por el estado de alarma. Yo guardo en una cajita el regalo de ir a visitarlo.

Los sonidos... que marcan el diario de la vida. Como dice esa pareja de S y G, me conformo con que esta radio en casa caiga como silenciosas gotas de lluvia y resuene en los pozos del silencio. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 34 (16/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 34 (16/04/2020)

02:52

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Es día 34 y ya vamos bajando la ladera. El número de contagiados va en descenso y se supone que ya pasamos el ansiado pico. El más dificil de la historia reciente. Lo hemos subido sin crampones y dejando muertos por el camino, pero lo hemos pasado. O por lo menos eso es lo que nos dicen los "datos oficiales" que todo periodista debe tener de referencia, pero nunca considerarlos "la única verdad".

Por aquí seguimos todos bien y en nuestro entorno confinado también. Los fallecidos nos pasan por los lados, pero no nos han tocado directamente. Así que vamos bajando desde la cumbre, sin bajas en nuestro frente y sin demasiados daños colaterales. Algo pálidos y con algunos quilitos más -los paseos y las carreras del cole a las extraescolares, que hoy son un recuerdo, se dejan notar- y creo también hemos crecido. Los niños en centímetros, y yo en miras.

A estas alturas, la radio en casa ya no es novedad y las ruedas de prensa son cosa de todos. La de ayer de la ministra Celaá fue la cita de la tarde. Atentos a la hora, a las seis y media en punto conectamos. Era la prioridad. La incógnita era qué pasará con el curso. Por mi parte si voy a tener que seguir sobrecargando mi ordenador y mi movil con mil y una plataformas y aplicaciones que se cuelgan con solo mirarlas. Por la de ellos, si van a poder dejar de hacer tareas a regañadientes con la pesadez acumulada de estar un mes encerrados o si tendrán cole en julio. Lo primero, seguimos. Lo de julio, queda al albur de los coles. Lo de las videollamadas colgadas se vivió en directo en la comparecencia. Esa era la prioridad de nuestra tarde, otro día fue la de hornear galletas, montar una gimkana o hacer el fuerte, que por cierto, sigue en pie. Pero ayer esa era "la cita vespertina".

Tras los comentarios infantiles de "esta ministra no debe tener niños en casa" o "en esta casa no manda una ministra que ya bastante nos manda Pedro Sánchez", me llamó la atención que una responsable del gobierno considere que "la prioridad" de las familias a día de hoy es mantener el curso. Pueden estar tranquilos "nadie va a perder el curso este año por el Covid-19". Pues nos quedamos más tranquilos, yo pensé que la prioridad era mantenerse vivos y llegar al pie de la montaña con las mejos bajas posibles y volver, con agujetas, como podamos, a la normalidad.

Aquí termino hoy mi diario, que voy a ponerme con los deberes. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 35 (17/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 35 (17/04/2020)

02:35

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Quinto viernes desde que nos encerramos en casa para protegernos de este virus y aún no fijamos plazos para salir. Un viernes más sin "planes de viernes" a las puertas de un fin de semana más "sin planes de finde", pero no fijamos plazos para salir de esta desescalada. Y no es que nos lo hayamos propuesto... es que es lo que nos pide el cuerpo ante la falta de concrecciones en esta vida en alerta.

Quinto viernes sin clases y hoy nos vamos a sumergir en las primeras videollamadas con las profes. Después de más de un mes, visto así parece un gran momento, incluso divertido, de esos que rompen la rutina, y no deja de serlo, si no fuera porque ha sido monotema y multiduda en los grupos de whatsapp del cole toda la semana. Yo podría denominarlo como que hemos tenido un aperitivo que nos ha dejado sin hambre para la comida principal. La desesperación en las plataformas, con libros online vacíos y contraseñas erróneas, lleva, y más en esta situación, a la desesperción.

Varios días en los que varias madres han intentado sin éxito acceder a la aplicación, varios días de preguntas, de tirar el movil o de querer que desaparezca para siempre ante el aluvión de mensajes. Pero la locura no se queda ahí. Nuestro cole es pequeño, lo suficiente como para que los docentes se comuniquen y no hagan todos la videollamada a la misma hora. Sorpresa... tres de los cursos que yo conozco le darán al botón de "iniciar reunión" justo en el mismo momento. ¿No se dan cuenta de que cada niño no cuenta con su propio ordenador? No se ustedes, pero con siete años no lo veo necesario. Y si son dos hermanos, ¿qué hacemos?, ¿elegimos?, ¿descartamos a uno?, ¿quitamos al menos hablador en base a criterios de productividad?, ¿quién de los dos es el afortunado de acceder a la clase virtual? ¿y si son tres? ¿nos lo jugamos a piedra, papel o tijera? Es la fotografía de una casa. Pero hay otras muchas bajo el mismo objetivo. A veces pienso que esto es el Show de Truman y que aún no he visto las cámaras que están instaladas por mi casa. Siento la falta de lírica. El sarcasmo me invade. Prometo ser menos prosaica y volver hacia el interior, pero hoy la inmersión... va con wifi. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 37 (19/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 37 (19/04/2020)

02:40

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Hoy es domingo y la calle está aún más callada de lo habitual. Mi amanecer hoy no es nocturno y por tanto me hace sentir un poco más humana de lo habitual. Con la luz del día, abro los ojos y en mi camino hacia mi estudio de radio, salón, sala de deberes y pista de patinaje ya me voy preguntando... qué contar. El día 37 no se vive como una novedad y las rutinas del confinamiento ya son eso... rutinas. Me pongo un café y cojo dos de esas galletas en forma de nube y estrella que orneamos el martes, siguiendo las reglas de "El Buen Confinado", y es que aquí solo las como yo y no crean, hay dos letras tan bonitas que creo no pasarán por la guillotina.

La inspiración no llega, debe descansar en domingo, y abro la ventana y decidio cerrar los ojos para escuchar. Sólo el sonido de las gaviotas rompe este silencio, algún pajarillo más las acompaña. Silencio. También una furgoneta de reparto de pan agrieta este tapiz mudo. Es tan relajante y a la vez estimulante que decido hacer la prueba con el mayor de los pequeños confinados.. es la alondra de la casa y suele estar a mi lado temprano escuchando el sonido de las teclas. "Ven, asómate a la ventana con cuidado y cierra los ojos, sólo escucha, y luego dime qué sientes". Lo hace con obediencia militar y con una sonrisa en la boca. Pajarillos, silencio, alguna persiana. Permanecemos así unos minutos. De repente, abre los ojos y con ese entusiasmo que sólo los niños aún guardan, exclama. "¡Es el patio de Benavides!" Y lo era... casi podíamos oler el café de la que madruga en la casa y sentir las ganas de cantarle el "quinto levanta" a una de las pequeñas de los doce.

Hoy acabamos la semana del cumple confinado, la de las primeras videollamadas con las profes o la de "la desescalada"... Construir recuerdos, saber de dónde venimos, guardar sensaciones y vivencias y tener un corazón abierto a sentirlas creo que, más allá de la historia ahí fuera, es el mejor legado que nos pueden dejar. Y a veces sólo lo recordamos cerrando los ojos. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

 
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