El desayuno es inconfesable
Mi idea es que desayunamos tan mal que nos da vergüenza reconocerlo

"La línea roja" de Matías Vallés (09/04/20)
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Palma
La pregunta más engorrosa que podría plantearles ahora mismo no sería con quién han dormido esta noche, sino qué han desayunado esta mañana.
Siempre me ha preocupado el secretismo que envuelve a la primera comida del día, el desayuno es inconfesable.
Personas que son incapaces de mentir ni en la declaración de la renta, se inventan desayunos que nunca han cometido, ni comido.
Entrevistados que te resumen la crisis económica en tres frases cortantes, empiezan a balbucear y a sudar si les preguntas qué han desayunado esa mañana.
En estos años solo me he encontrado con un Fabián Estapé, que desayunaba tan rodeado de mesas con viandas que no había manera de estrecharle la mano.
Mi idea es que desayunamos tan mal que nos da vergüenza reconocerlo.
Es el momento del día en que estamos más alejados de lo que se espera de nosotros.
Lo cual es curioso, porque también es seguramente el único momento del día en que cumplimos con la dieta más estricta a rajatabla.
Nos descuidamos conforme avanza el día, conforme avanza la vida.
Y tal vez no nos preocupa lo que el desayuno dice de nosotros, sino lo que no dice de nosotros.




