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La semana

Diario de una periodista confinada: sexta semana

Así es mi día a día desde que convertí el salón de mi casa en un improvisado estudio de radio

Elena López en el estudio improvisado en su salón / Radio Coruña Cadena SER

Elena López en el estudio improvisado en su salón

A Coruña

Día 38 (20/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 38 (20/04/2020)

01:55

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Es lunes y escribimos ya la sexta semana encerrados. En confinamiento podría parecer que el fin de semana es igual al resto de días de la semana, sin embargo, no lo es cuando el ritmo de vida viene marcado también por el trabajo y las tareas escolares. Lunes gris y 38 días después podemos decir que hemos escrito a personas con las que hacía años no contactábamos para saber qué tal está y vamos conociendo a vecinos en sus ventanas en los que nunca nos fijamos. Una reflexión que también hacen los niños a las 8 de la tarde.

20 de abril de 2020, no de los noventa de Celtas Cortos, ni tampoco de 1981 como cantaba Serrat, pero con paralelismos que resultan sorprendentes. Hoy volvemos a escribir cartas, las manzanas que compramos tampoco tienen olor, nadie conoce al vecino y a los viejos se les aparta después de habernos servido bien. Hoy más que nunca vivimos agonizando en un mundo en el que todo es desechable y provisional. Y después de ésta, saldremos más dañados que sabios, a pesar de que los retos vayan sumando enteros en el subconsciente de los seres humanos, optimistas por naturaleza. La cabaña de Turmo ha desaparecido y la tierra ha caído en manos de unos locos con carnet y a mí... no me salen las cuentas. No pienso hacer calendarios y si tengo que dar un consejo es que cuiden de la gente que les importa. La crisis evolucionará pero la gente de verdad permanece, igual que esas canciones que marcan fechas sin saber cuándo se las escuchará. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 39 (21/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 39 (21/04/2020)

02:29

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El insomnio nocturno hace mella y para alguien que se levanta a las seis de la madrugada hace... daño.

Hoy los niños no despiertan llorando por cólicos o por hambre, pero noches como éstas recuerdan a aquellos túneles sin salida por los que también discurren algunas maternidades. Esa experiencia, por momentos tan diferente a esa que pinta Klimt o Picasso, obras en la que, sin embargo, más de una vez me he visto reflejada. El insomnio o desasosiego nocturno se ha instalado en nuestras camas. No sólo en adultos, los niños también ven cómo la falta de salir ahí fuera repercute en su sueño. Han visto cómo, de repente, no están constreñidos en férreos horarios de entrada y salida de la cama y, excepto en familias de disciplina alemana, todos hemos flexibilizado horarios. Hoy, cuando sonó el despertador, el pequeño ya llevaba un rato dando vueltas, diferentes a esas que ansía dar en la plaza y detrás de un balón. Me escuchó levantarme y cuando casi ya tenía en marcha mi estudio de radio, con la voz justa para que yo le escuchara dijo: "mamá, vuelve pronto". Cómo si me fuera a ir a algún lado. Cómo si meterme en esta burbuja del quantum y el flexo fuera irme... o emigrar más allá de las sábanas templadas de un martes en confinamiento. La realidad consciente ha sido modificada y también la inconsciente. El sueño, que no los sueños, se nos ha alterado.

En menos de una semana podremos salir con "algunos" menores a la calle, sin embargo su libertad no será total. Nose cuando la recuperaremos, lo que tengo claro es que habrá que ir con cuidado y lentamente. Más allá de lo sanitario, del contagiarse o del abrazar, que será tipificado dentro del Código Penal, deberemos volver "a lo de antes" con cautela.

Algo ha cambiado en nuestro interior y el tiempo de despresurización tendrá que estar adecuado a todo eso que se nos ha movido dentro. Dormir como un bebé a veces no es sinónimo de placer y profundidad. Dormir en cuarentena, sin horarios para algunos, no es, ni de lejos, como dormir en vacaciones. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 40 (22/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 40 (22/04/2020)

02:52

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Cuarentena. Uno, peine del telar que tiene 4.000 hilos. Dos, conjunto de 40 unidades. Tres, tiempo de 40 días, meses o años. Cuatro, aislamiento preventivo al que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales. Cinco, suspensión del asenso a una noticia o hecho por algún espacio de tiempo para asegurarse de su certidumbre. Seis, cada una de las cuarenta partes iguales en las que se divide un todo. Siempre me gustó la literalidad de las cosas y, aunque la metáfora vive dentro de mí, creo que la precisión y el rigor son el mazo de la sentencia. Cualquier periodista de radio sabe que entre las 7 y 29 y las 7 y media hay un mundo de posibilidades. Hoy se cumplen 40 días en confinamiento, sin embargo, nadie pensó en la literalidad de esta cuarentena. Muchos de los confinados en segundos domicilios sólo se llevaron la ropa justa y a día de hoy solo visten chandals, mayas y camisetas de propaganda. Nuestra expectativa era la de "nos vamos un rato, pero volveremos", sin embargo, la conciencia ciudadana ha evolucionado al "estaremos confinados el tiempo que haga falta". Eso, los responsables, otros siguen cogiendo el coche para salir innecesariamente de su entorno. Algunos lo hacen borrachos, como el alcalde de Badalona.

En fin, las expectativas y su literalidad. Ayer hicimos figuras de barro, de "pasta para moldear", para ser literales, y, como en todo, el listón comenzó muy alto. El mayor haría un enorme jarrón chino y el pequeño una jarra de agua de esas que se llevan a los ocho caños. Finalmente fue una jarrita de la altura del dedo corazón, un osito palleiro, un comecocos y un fantasma de Pacman. Las espectativas. Han sido cuarenta días en los que las hemos perdido, poniendo en cuarentena no sólo a la sociedad. Están en cuarentena los datos sanitarios, en cuarentena la información, en cuarentena las noticias rectificadas. El paseo es un paseo y no hay nada más impreciso. Lo que está claro es que el día de hoy no será una de las cuarenta partes iguales de un todo. No. Porque mañana continuaremos en casa. Hoy la literalidad está en barbecho y las espectativas son una quimera. Ir a ver un peine de un telar de 4.000 hilos... lo sumo a mi lista de deseos y ya se dónde encontrarlo. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 41 (23/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 41 (23/04/2020)

02:34

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Jueves. Vivimos ese "día valle", ese día en el que todo sigue igual... porque la normalidad ya es esto. Estar dentro. Ese día entre lo mucho que contamos antes y una nueva expectativa: la salida del domingo.

Hoy el amanecer fue inesperado. Los fallos técnicos, que no "de los técnicos", me dieron los buenos días y es que después de mes y medio algún día tenía que fallar la perfecta simbiosis del teletrabajo. El mayor, cuya conexión conmigo no entiende de fallos, batió hoy récord de "levantamiento de cama".... En mitad de mi estrés radiofónico, llegó él. Con el pelo alborotado, los ojos achinados y andares desgarbados. ¿Me dejas la tablet? Y yo, inmersa en esa tensión ante lo que no puedes arreglar, lo miré como suplicando ayuda. No me la dio, pero entendió que no era momento de solicitudes. Acto seguido se hizo un ovillo en el sofá. Aún así han salido los dos informativos.

Vivimos ese "día valle" en el que comprobamos que realmente nos hemos acostumbrado a esto. No hay grandes ilusiones por salir en tres días. Ni tampoco en volver a "aquella normalidad". Sí ganas de abrazar a los nuestros y juntarnos con los que queremos, pero no las grandes citas. Este virus nos ha inoculado la precaución y con la conciencia tranquila de haber hecho lo correcto, queremos llegar a la photofinish indemnes. El cómo va a ser estar en la calle no lo sabemos. Es esa mezcla entre la ilusión por lo esperado y la desilusión porque no lo sea. Días así recuerdo la agorafobia que padecía Juan Rulfo. De esos detalles que se quedan grabados sin saber porqué. ¿Habrá nacido en nosotros el miedo a estar en espacios públicos? Buena parte de su literatura viene marcada por la relación padre-hijo y por esos personajes corrientes, sin grandes personalidades, como nosotros y esos que vemos hoy detrás de las ventanas. Hoy, como Rulfo, dejo en ustedes el peso de la magnificencia. Por cierto, hoy es el día del libro. Sin ferias, ni firmas. Pero con libros y rosas. Para Rulfo leer y escribir era una forma de salir de esa ansiedad que le acechaba. Tomen nota. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 42 (24/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 42 (24/04/2020)

02:59

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Una pandemia, con calles más silenciosas y con más horas en casa, me ha servido, una vez más, para aprender a no colgar "cartelitos". Hoy he averiguado algo y lo he descubierto al más puro estilo de Miss Marple, aunque haya diferencias estéticas entre ella y yo, no puedo decir que haya actuado como Matahari, ya que no he necesitado ni atrezzo, ni bailes exóticos...

El escenario era el silencio, pero lejos de estar en el Orient Express o en una casa de campo de la Riviera Inglesa, era mi habitación blanca y con una luz cegadora que entraba por la ventana y daba contra un espejo vertical iluminando aún más la escena, la sala de operaciones. ¿Dije silencio? Dos sonidos opacos y repetitivos rompían la calma matinal. De repente, un alarido nos hizo ponernos en alerta. Era el vecino de abajo... algo había dicho de "niños". Yo, extrañada, intentaba recopilar en mi mente la frase pronunciada... y es que los dos de mi casa aún estaban modo off. Uno durmiendo y otro jugando en una pantalla a un juego de tiburones, con el mute activado.

"Mis niños, esta vez, no son". El sonido de una pelota, podríamos decir pequeña, insistía. ¿Quién era el atleta que estaba entrenando a esas horas?. Somos los únicos del edificio susceptibles de coronarnos como ruidosos. Pero el sonido seguía. Pregunté extrañada al mayor de dónde creía que procedía y con la calma y naturalidad que le caracteriza dijo el nombre de la vecina de arriba. Pero, ¿cómo puede ser? Se trata de una mujer de avanzada edad, enferma, acaba de salir de un cáncer, de esas que paran un poquito de vez en cuando en los paseos para respirar. ¿Jugando al ping pong? El sonido era claro. Raqueta pequeña y varios toques. Cuando se caía saltaba con ligereza y opacidad, no con suspensión. Estaba claro. Pero ¡no podía ser! El mayor insistía entre risas: "Es ella, ¿acaso cómo va a pasar si no el confinamiento? Normal, hace lo normal".

No contenta con mi fuente, como buena periodista decidí comprobarlo. Pero como buena espía, lo hice sin descubrir mi identidad. Me puse unos calcetines, abrí la puerta del descansillo y salí... subí los escalones de dos en dos pero con la amortiguación justa para que no se escucharan mis pasos. Llegué a su puerta. Acerqué mi oído.... Sí, el sonido de una partida de ping pong salía de allí.... Bajé y le corroboré a mi fuente que tenía razon. La capacidad para sorprenderme creo que nunca me abandonará. La próxima vez que vea al de abajo le diré que no siempre somos nosotros. Esta vez no. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 44 (26/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 44 (26/04/2020)

03:07

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Es un domingo gris. La temperatura es agradable pero hace frío por dentro. Es el domingo de la esperada salida de los niños a la calle. Muchas casas a estas horas estarán corriendo de una habitación a otra con un cosquilleo en el estómago. Cómo cuando te invitan a un gran un evento. Haciéndose preguntas de a qué hora salir, cómo vestirse y hasta qué llevar, en este caso no será un complemento, sino un juguete. Una decisión todavía más dificil. Lo normal se ha vuelto extraordinario.

Como extraordinario es cuándo alguien se va. Y no a la calle. Si no a ese sitio dónde se guarda parte de lo que somos. A ése sitio pintado de acuarelas, ríos borrosos que a veces chorrean hasta nuestra piel cuando los llamamos y una intensa lluvia se precipita sobre nosotros. Lo normal aquí también se vuelve extraordinario. Cada uno de nosotros tenemos un sitio. Se va llenando a medida que va pasando nuestra historia y sólo se cierra cuando somos nosotros quienes ocupamos ese último trazo que quedaba. Parte de lo que nosotros somos no se puede ver y es porque está allí guardado. Hace dos días que una gran amiga ha guardado parte de lo que es... en ese sitio... y aún quedan muchos ríos de acuarela por llover para que lo que queda de ella aquí se recomponga.

Aquí quedan historias bonitas, otras menos agradables, pero juntas. Aquí quedan besos, sólo esos que una madre puede dar y que sólo vosotras dos sabéis que son únicos. Aquí quedan abrazos eternos. Miradas. Momentos. Conversaciones. Discusiones. Días luminosos y noches para olvidar. Paseos. Olores. Sabores. Caricias. Fotos frente al mar y en el campo más verde, fotos los cinco, los cuatro, los tres, las dos... Sonrisas. Esa sonrisa tuya también es su legado. Y todo esto lo guardáis tú... y también él. Y así siempre seguirá vivo. Es un domingo gris. La temperatura es agradable pero hace frío por dentro. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio que nos ha unido no pare nunca.

 
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