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La semana

Diario de una periodista confinada: séptima semana

Así es mi día a día desde que convertí el salón de mi casa en un improvisado estudio de radio

Elena López en el estudio improvisado en su salón / Radio Coruña Cadena SER

A Coruña

Día 45 (27/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 45 (27/04/2020)

02:36

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Hoy protagonizan todas las portadas. Este domingo han salido los "supercontagiadores" y se han portado como superhéroes, de los buenos.

El día "D" en mi casa comenzó sin expectación alguna. De hecho, no recordaban ni siquiera que era el día elegido por Pedro Sánchez para pisar un ratito la calle. "Venga, que hoy salimos a dar una vuelta". Mi emoción inicial no obtuvo respuesta y se convirtió en decepción cuando uno de ellos me dijo que no le apatecía salir. Así... como si no llevara más de mes y medio metido en casa. No puede ser, pensé. Y ahí es cuando la decepción se tornó en duda. Y es que dicen los psicólogos que no podemos obligarles a nada en confinamiento, que si no, les quedan secuelas... pero creo que esa respuesta ya es síntoma del síndrome de Estocolmo.

Por la ventana ya se podían ver algunos liberados, con juguetes, imagen que me recordó a las alegres mañanas de Reyes, con la diferencia de que en los contenedores no había ni cajas, ni envoltorios. Con uno ya listo y con otro con el "caserismo" subido, decidí arrancar y los tres bajamos las escaleras de tres en tres. El aire era cálido y la sensación... ésa de estirar las piernas cuando bajas del coche después de un largo trayecto. En concreto, un viaje de 44 días. Subimos la cuesta y llegamos al área verde más cercana. Parece que todos tuvimos la misma idea. Muchos niños con sus padres. Algunos, los menos, con mascarillas. La tensión por guardar la distancia se palpaba en el ambiente. Por fin nos daba el sol, sudaderas fuera, el aire parecía nuevo. Corrimos un poco, ellos jugaron al baloncesto, y mi sensación fue de barra libre. Volvimos dando un rodeo y llegamos de nuevo a casa. Ya lo habíamos hecho. Ya habíamos agotado la cuota de libertad y por la noche nos acostamos un poco más cansados. Hoy este juego del confinado nos vuelve a dar otra hora más. Un día que, sin duda, marca un hito en esta cuarentena, pero cojámoslo aún así con precaución. La falta de emoción inicial de algunos menores denota que ellos sí son conscientes de que no es la vuelta al "todo vale". Aún tengo la pelota de basket a remojo en lejía. Quizas hoy nos acerquemos al mar. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 46 (28/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 46 (28/04/2020)

02:34

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Desde mi ventana veo la desescalada y se que, aunque parezca más libiana que la subida al pico, es mucho más peligrosa. Hoy desde mi ventana veo cada vez más gente en la calle y es que quien más y quien menos tiene niño en casa, mascota a la que sacar, lista de la compra que solventar, medicación que tomar o cartilla que actualizar, que ya saben, lo mismo de un día para otro nos ingresan algo y no nos enteramos.

Hoy sabemos que uno de cada cinco trabajadores en Europa cobra ya ayudas del Estado. Prestaciones a las que están anotadas 30 millones de personas, lo que no significa que las hayan cobrado. Pero cuentas bancarias aparte, lo que hoy nos importa es salir... y la nueva manera es "laminar las horas punta". Un loncheado que, según mi experiencia como confinada a la que dos menores han concedido la semilibertad, me genera dudas. Nos vamos a laminar por horas y galones.

Menores por la tarde y adultos y deportistas por la mañana. Los encantadores de perros tienen vía libre. Pero empecemos con las ecuaciones, ¿qué pasa si eres madre y runner? ¿tienes que elegir entre la oxitocina y la endorfina? ¿y si tienes perro, pero también te toca sacar a los niños?, ¿sales doble? y si, eres adulto, pero ya has salido a trabajar, ¿esa salida ya anula a todas las anteriores? A las incógnitas se suma una variable más. Los niños quedan para salir por la tarde, porque así hacen las tareas escolares. Pero... y ¿si ese deportista o ese adulto, que no siempre es lo mismo, tiene quedarse con los escolarees virtuales por la mañana?, más que nada porque son menores e igual empieza a haber denunciados, no por desconfinarse sin control, si no por el creciente número de "Macaulay Culkins" en casa.

Ayer nos acercamos a ver el mar. Había niños, pocos, y corredores con niños, en calidad de padres. También adultos solos, en calidad de trabajadores, voluntarios o paseantes camuflados. Nos fuimos pronto porque se nos acababa la monedita de la hora estipulada y con enfado porque no pudieron escalar en esta desescalada. Y es que en las rocas había mascotas y ellas llegaron antes en tiempo y en forma.

Estamos bajando. Cuidado con las piedras, los resbalones... y las lonchas del "laminado". Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

Día 47 (29/04/2020)

Diario de una periodista confinada. Día 47 (29/04/2020)

02:33

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Seguimos sumando días y sensaciones. La vuelta a la seminormalidad se vive diferente en cada casa dependiendo de las edades, de los teletrabajos y de los ánimos, que crecen y decrecen como los días.

Hay quien echa de menos a su peluquera y otros tomarse un café en el bar de abajo. Mis amaneceres comienzan a ser algo más ruidosos. El motor de los camiones refrigerantes, que antes se mimetizaban con la vida, ahora molestan y hacen que mire por la ventana con extrañeza, como si "lo normal" fuera el silencio y el trinar de los pájaros. Qué rápido hiceron suyas las calles y el viento... y qué rápido tendrán otra vez que esconder sus plumas y volver a sus rincones ante la supremacía de los motores y las sirenas. Llamaba la atención el primer día de semilibertad cuando las bandadas de pájaros huían de un lado a otro sorprendidos por los patinetes, las pelotas y los carricoches. La naturaleza afloraba mientras nos metíamos en casa y ahora, aunque salimos tapados con bozal, las fauces del ser humano arrasan con todo.

La humanidad, en el sentido de sensibilidad, ha sido una de las claves para salir de ésta. Sobre todo, la del personal sanitario que se aún se deja la piel en la batalla de los hospitales. Sin embargo, la humanidad en la calle sigue en parada cardíaca. Aún hay gente que mira con terror, si de la mano llevas a un niño, como recriminando que lo hayas sacado de casa. Yo les digo que hablen bajito y caminamos como si fuéramos presos fugados. Sólo una nota de esa humanidad puso la excepción ayer a la regla. Cómo si hubiéramos hecho un paréntesis en todo esto, apareció un hombre para ayudarnos a hinchar las bicis. En nuestra hora de salida, buscábamos un taller tras el parón ciclista de los últimos meses. Con todas las medidas de seguridad, se ofreció a hinchar las cuatro ruedas e incluso arregló un sillín.

"A ti, como a mi, te hace falta un buen corte de pelo", le dijo al mayor, tras lo cual sentenció: "Entre ciclistas sabemos que nunca puedes dejar a un compañero tirado". Yo le di las gracias y le pregunté que cómo podía pagarselo. Se retiró el flequillo y me dijo que con un corte de pelo... Por desgracia, no se me dan bien las tijeras. Ha sido un día más o un día menos. Que la radio no pare.

 
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