El virus no vuela

Las Palmas de Gran Canaria

El vuelo de Iberia Express que llegó casi lleno de Madrid a Gran Canaria ha provocado un gran revuelo (nunca mejor dicho). La decisión de la compañía está avalada por una inconcreción de la norma, que recoge que la conexión con la Península debe reducir a la mitad “su capacidad”, y no el 50% de “sus asientos” como establece para los vuelos interinsulares. Un matiz que permitió a la aerolínea llenar el avión, incumpliendo (ahí sí) la mínima norma del sentido común sobre la distancia social que debemos guardar los ciudadanos. Iberia Express se limitó, en fin, a reducir rutas y no plazas, primando la rentabilidad sobre la seguridad.

Volar es para los canarios, seamos pájaros o no, sinónimo de libertad. Libertad para desplazarnos más allá de nuestras fronteras naturales. De ahí que el incidente tenga su recorrido, mucho más allá del temor y ansiedad que provocó entre los pasajeros. Surge el dilema de si, a partir de ahora, los canarios tendremos que poner en juego nuestra salud para salir de las Islas. Y qué precio tendremos que pagar para hacerlo.

Hay datos, sin embargo, que invitan a serenar el debate. El primero es que el riesgo de contagio en los aviones es mínimo. Así lo sostienen al menos los entendidos. Las razones son varias. La primera, que el virus no vuela. Y en el interior del aparato el aire se renueva cada tres minutos. Además, cada avión se somete a constantes medidas de higiene en las escalas y ya en profundidad al cierre de la jornada.

En cuanto a las dudas sobre si los precios aéreos se dispararán, Binter ya ha precisado que Aviación Civil marca precios máximos de referencia para los vuelos entre las islas. Y sobre ellos se aplican promociones y el descuento del 75% de residentes. Y es que solo a precios asequibles podrá reactivarse el tráfico aéreo en los tiempos post-COVID. En los que hay que combatir, además del miedo al contagio, la caída de la capacidad adquisitiva de la mayoría de los potenciales viajeros.