Treinta kilómetros por hora a todas horas
Aunque la Policía Local insiste en que no hay afán recaudatorio, es proverbial la presencia de agentes en las zonas donde no puede hablarse de infracción sino de equivocación forzada por la señalización

"La línea roja" de Matías Vallés (26/10/20)
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Palma
Palma pasará a ser una ciudad 30 si en dos meses se logra colocar todas las señales que determinan esos treinta kilómetros por hora como la velocidad máxima autorizada.
O sea, que la colocación se ralentiza a la misma velocidad que señalan los discos.
Rebajar a 30 kilómetros por hora reducirá los atropellos pero, por eso mismo, no parece imprescindible implantarla 24 horas al día.
Parece mentira que en 2020, la velocidad en una calle sea señalada por un disco de pesado metal, que regula a miles de conductores con pantallas líquidas en cualquier fecha y horario.
Otro riesgo es que un cambio brusco de la velocidad autorizada puede ser una trampa para el conductor.
Aunque la Policía Local insiste en que no hay afán recaudatorio, es proverbial la presencia de agentes en las zonas donde no puede hablarse de infracción sino de equivocación forzada por la señalización.
De nuevo, habría que examinar cuidadosamente la trayectoria precedente de un vehículo, para no castigar a los despistados y perdonar a los infractores.
También este seguimiento sería posible en 2020, pero no en una ciudad que necesita dos largos meses para cambiar los ominosos discos.
Por no hablar de que la ciudad 30 es inútil si no se bajan las bicicletas y patinetes de las aceras.




