"Lo voy a decir claramente, Miguel Ángel García Anguita me coaccionó"
El técnico de la Oficina de Control de Concesionarias, Bartolomé García, apunta al exconcejal de Personal como una de las personas que le presionaba para que diera el visto bueno a las facturas infladas
Asegura que ha sufrido un "acoso y derribo" hasta que el PP se marchó del Ayuntamiento
Afirma que el pliego del nuevo servicio estaba terminado en octubre de 2012 pero no salió antes "porque no interesaba"
Jaén
Este miércoles ha dejado una de las declaraciones más esperadas de todo el juicio por el Caso Matinsreg. En calidad de testigo, el técnico de la Oficina de Control de Concesionarias, Bartolomé García, que se negó a dar el visto bueno a las facturas infladas, ha contestado a las preguntas de los diferentes miembros del tribunal. Ha sido uno de los testimonio más largos, por el momento, de todo el proceso ya que se ha extendido durante unas dos horas.
El declarante ha sido muy contundente en sus afirmaciones insistiendo en que se montó "un chiringuito" en el ayuntamiento con facturas infladas "desde el minuto uno" y que todo era "un despróposito total". Ha indicado que estos documentos se entregaban en la oficina en la que él trabajaba en vez de dejarlas en el Registro del consistorio por lo que ha calificado este procedimiento como de "no adecuado".
- "Por mis cojones"
Pero la declaración de García ha tenido un nombre que se ha repetido muchas veces, el de Miguel Ángel García Anguita, el concejal de personal, acusado en este juicio y la persona que nombró al testigo como técnico. Ha salido a relucir el encontronazo que tuvo con el político en el que le dijo que si quería robar "se fuese a Sierra Morena". En un tenso enfrentamiento con el abogado de Anguita, ha dicho en voz alta y de manera contundente "lo voy a decir claramente, Miguel Ángel García Anguita me coaccionó" y ha reconocido que firmó las primeras facturas debido a las amenazas que recibía.
El testigo ha subrayado que tanto el que fuera edil popular como el empresario de Matinsreg, Luis Gregorio González, le presionaban para que accediera a sus pretensiones. De hecho, ha indicado que el responsable de Personal le llegó a decir "si no firmas tú, ponemos a otro que firme". La persona que le sustituyó fue Agustín Sánchez, funcionario acusado que reconoció su imprudencia a la hora de firmas estas cuentas.
El técnico asegura que su negativa fue lo que motivó que fuera cambiado de puesto empezando un "acoso y derribo" hasta terminar en el camión de recogida de la basura. Ha repetido que es falso que no contara con la categoría apropiada para estar en esa oficina recordando también que contaba con un funcionario adjunto, que también se oponía a firmar, trabajador público que no está llamado en esta causa. También ha acusado, además de a Anguita, a Juan José Jódar y a Miguel Contreras de hacer "el trabajo sucio".
Por último, ha contradicho la versión del auxiliar administrativo de la Oficina que señaló ayer que Bartolomé le dio orden de redactar el decreto de alcaldía que Rosa Cárdenas firmó el 8 de agosto y con el que Matinsreg se puso a trabajar. Aquí, el abogado de De Moya, Pablo Luna, ha pedido a la magistrada un careo entre el auxiliar y el técnico ante las contradicciones de los dos testimonios, propuesta que ha sido rechazada por la magistrada.
La llegada de Matinsreg
El testigo ha asegurado que se enteró de la llegada de la empresa zamorana en una segunda reunión que tuvo lugar en el despacho de Anguita, con el político presente, durante los primeros días de agosto. Se mostró extrañado porque viniera una empresa de una ciudad tan lejana como la de Toro, la ciudad cuyo alcalde fue senador en la misma época que José Enrique Fernández de Moya. De esta manera, se pretendía poner fin al "caos total" que había provocado la marcha de Imesapi.
Tardanza en el pliego
Por otra parte, el testigo ha explicado que él terminó el pliego para el nuevo servicio el 22 de octubre de 2012, dos meses después de la llegada de la firma castellano y leonesa. Poco después, lo envío a Contratación "con copia a Miguel Contreras" pero ese documento "se guardó en un cajón porque no interesaba" remarcando que todo el mundo lo sabía. Sin embargo, hubo que esperar prácticamente un año para que se publicase, retraso que Contreras defendió señalando que era muy complejo.