La intolerancia, el prejuicio, la xenofobia y la homofobia se cauterizan con pedagogía democrática

Alicante

La convivencia hay que protegerla todos los días. Y hay que hacerlo porque queremos seguir siendo una sociedad inclusiva, liberal y tolerante.

Pero no somos una sociedad perfecta. A nuestras contradicciones, en los últimos tiempos, se ha sumado una creciente polarización y un incremento de los mensajes del odio. Se criminaliza a determinadas minorías. Esos mensajes calan en colectivos de descontentos por la situación tan compleja que padecemos.

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La intolerancia, el prejuicio, la xenofobia, la homofobia hay que cauterizarlas. Nos envilecen a todos. Pero hay que hacerlo con muchas dosis de pedagogía democrática, no con más crispación.

Y por cierto, quitarle una calle a Enric Valor para darle otra, en otro lugar, menos céntrica o no, así, objetivamente, tiene poco sentido. Pero, en estos momentos tan convulsos, es una de esas decisiones políticas que crispa y que coloca a muchos ciudadanos, como Guillermo Bernabéu, un mutxamelero bueno, entre la incredulidad y la indignación. Lo decía en las redes.

Es innecesaria en lo político y es un grave error, porque se convierte en una afrenta para quien crea que la literatura es un patrimonio de todos. En castellano o en valenciano, da igual.

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