'Deberíamos aprender de los franceses', por Pepe Belmonte

Murcia

Napoleón y los homenajes

El pasado miércoles, el presidente de la República francesa, Enmanuel Macron, celebró, discretamente, aunque con convencimiento y firmeza, sin esconderse de nadie, el bicentenario de la muerte de Napoleón Bonaparte, fallecido en su exilio de la isla de Santa Elena un 5 de mayo de 1821.

Napoleón no fue un personaje cualquiera. Además de destacado militar que se adueñó de toda Europa, fue un hombre culto que impulsó el Código Civil francés, el llamado “código napoleónico”, y que, desde muy joven, leyó y anotó El príncipe de Maquiavelo, hasta identificarse con su texto y querer convertirse en ese gobernante duro y despótico del que habla el pensador florentino.

Cuando era el primer cónsul de Francia, en 1804, consolidó en el Código Civil muchas de las leyes que nacieron tras la Revolución Francesa de 1879. Acabó con el feudalismo del Viejo Régimen, modernizó el Estado y amplió los derechos y libertades del hombre… aunque la mujer continuó siendo su súbdita.

Macron, que depositó una corona de flores sobre la imponente tumba del emperador, dijo asumir las luces y las sombras del personaje, aceptando lo positivo de su legado y no eludiendo la leyenda negra que gira alrededor de Napoleón.

Los franceses, una vez más, han demostrado estar a años luz de los españoles, ofreciéndonos una auténtica lección de entendimiento, de consenso y reconciliación, con la complicidad de todos los partidos de todas las ideologías.

Mientras tanto, aquí seguimos, a garrotazo limpio, como en el famoso cuadro de Goya, dirimiendo nuestro pasado, echándonos las culpas de lo sucedido, buscando con lupa posibles defectos y maldades de quienes hasta ahora estaban considerados como auténticos héroes.

Una actitud que, dicho sea de paso, lejos de llegar a su fin, han reactivado, en estos últimos tiempos, los partidos políticos de una y otra ideología. No hace tanto, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, llamó facha nada menos que al almirante Cervera por dirigir la armada española durante la guerra de independencia de Cuba en el ya lejano 1898.

En tal sentido, el novelista francés Honoré de Balzac, paisano de Napoleón, dejó escrito que la ignorancia es la madre de todos los crímenes.

Pepe Belmonte