Raúl y Cristina, enfermeros más allá de la vocación

Leganés

A Raúl del Olmo, enfermero del Hospital Severo Ochoa de Leganés, le diagnosticaron, antes del comienzo de la pandemia, mielofibrosis, una enfermedad de la familia de la leucemia que afecta a glóbulos rojos y a plaquetas y termina afectando al organismo. Una situación que llevó a Cristina Díaz, también enfermera del mismo centro, a coger una excedencia para cuidar a su pareja. En el Día Internacional de la Enfermeríala historia de estos dos profesionales es un ejemplo de que está profesión es mucho más que eso.

La cura de esta enfermedad es donación de médula y a Raúl le dieron una esperanza de vida de dos o tres años si no se hacía el trasplante. Pero llegó la COVID. “Fui a por todas, con la buena y mala suerte que llegó la pandemia. En mi caso, apareció un donante compatible casi, casi al 90%, pero con la pandemia se bloquearon los trasplantes y todo y me quedé sin donante. Tuvimos que recurrir al plan B que era mi hermano, compatible al 50% y fue de él del que tiramos”. Gracias a eso Raúl sigue aquí, con su mujer y su hija, recuperándose poco a poco, según nos han contado en ‘Hoy por Hoy, Madrid Sur’.

Pero este tiempo de curación, tanto él como Cristina lo han vivido con doble angustia. Por un lado, la lucha contra la enfermedad propia y por otro lado, todo lo generado por le epidemia. La enfermería es una profesión muy vocacional, reconocen ambos, y ver lo que estaba pasando desde la barrera, era complicado y doloroso. “La palabra era frustración Nosotros trabajábamos en emergencias y en cuidados intensivos y veíamos los mensajes de los compañeros en los chats, totalmente desbordados, llorando, llegando a casa con ansiedad... Nos hubiera encantado echarles una mano, pero era imposible ir porque yo no tenía defensas. Así que esa ayuda presencial la suplieron contactando con asociaciones y “con quien quisiera colaborar” para conseguir material del que “los compañeros tenían carencias”, dice Raúl.

Cristina reconoce que “resumirlo en palabras es muy complicado. Nos hemos enfrentado a la gran batalla del COVID desde la barrera, desde casa hemos ayudado lo que hemos podido, pero no podíamos estar en primera línea de batalla” Por eso, asegura haberlo vivido con “mucho dolor y desesperación. Tuvimos que entender que en casa teníamos otra batalla muy importante, que era el cáncer, y que teníamos que combatirla”.

A pesar de todo, Raúl cree que para él “la pandemia y el confinamiento antes del trasplante fue un absoluto regalo. Porque el enfrentarme a una situación con desenlace incierto y contar con mi mujer y mi hija 24 horas al día fue un regalazo”, afirma.

Enfermeras, las grandes desconocidas

Ambos coinciden en que las enfermeras y enfermeros son los grandes desconocidos. “La gente no sabe que enfermería es un grado universitario con cuatro años, más dos de especialidad, es carrera universitaria y somos profesionales sanitarios”, dice Raúl, por no hablar de lo que supone un trabajo tan vocacional. Así lo resalta Cristina quien explica lo difícil que es “venirte a casa viendo como un hospital se colapsa, abandonar al paciente cuando son las seis de la tarde y ha terminado tu turno...” y reivindica “estamos viendo en pandemia como se siguen aprovechando de nosotros a pesar de nuestros sueldos precarios, de nuestras ratios enfermera/paciente…”

A pesar de todo, los dos lo tienen claro. Cuando Raúl esté más fuerte y pueda ponerse todas las vacunas necesarias para estar protegido, Cristina retomará su trabajo y él también. Volver y “con muchas ganas”, nos dicen.