Lo que le falló a Castedo

Alicante

Sonia Castedo se pasó ayer por Radio Alicante para reivindicarse. Se le nota liberada. Al margen de la sentencia, en lo político, reconoció a regañadientes que mientras era alcaldesa y en plena tramitación de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana debería haber mantenido una relación más distante con el empresario Enrique Ortiz.

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Hay quien sostiene -y puede que tenga razón- que de todos los cargos que puede tener una persona con vocación política el más bonito es ser alcalde. Pero para ser un buen alcalde son necesarios mimbres; es decir, hay que tener una clara vocación y una convicción de que lo primero y lo único es el interés general. El ciudadano.

Por ello, un alcalde digno tiene que actuar con pudor, recato y muchas cautelas, lo que puede provocar alguna amargura y hasta cierto desamparo.

Aunque, todos sabemos que heredó una relación envenenada por su antecesor en la Alcaldía, no sirve de excusa que fueran otros tiempos, marcados por numerosísimos casos de corrupción y por un saqueo en todos los ámbitos, que han tenido una dispar respuesta judicial.

Eso es lo que le falló a Castedo: guardar la compostura con respecto a Ortiz.

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