La Palma, la isla que tuvo una calle en València

Valencia

El nombre de la isla canaria de la Palma, tan de actualidad estos días por la erupción volcánica que está sufriendo, rotuló durante los años 60 una calle de nuestra ciudad vinculada curiosamente a otro acontecimiento catastrófico como fue la riada del 57. Tal y como hemos contado en este espacio muchas veces, tras la riada, la ciudad de València transformó su fisonomía al ritmo que marcó el desvío del cauce del río Turia por el sur, el conocido como Plan Sur, un proyecto que llevó aparejado una nueva concepción de la ciudad, reordenada a partir de la gran obra hidráulica, que afectó a toda la infraestructura de servicios y comunicaciones, propiciando la construcción de nuevos polígonos de viviendas para acoger a los vecinos damnificados. Los barrios y calles nacidas a raíz de la catástrofe, y otras que en ese momento carecían de rotulación, acogieron también un nuevo tipo de onomástica urbana, la toponimia de la gratitud, creada ex profeso para glorificar el nombre de las naciones, instituciones, pueblos y personalidades que habían ayudado a los valencianos en su particular guerra contra el barro.

Igual que en la Fuensanta, otro de los barrios consagrados a la toponimia de la gratitud fue el Grupo de Viviendas Girón de Velasco, construido en la Malvarrosa por la Institución Benéfica de Previsión Social de la Unión Naval de Levante para alojar a los trabajadores de sus astilleros. Proyectado con anterioridad a la riada, su finalización se dilató a causa de esta, y la onomástica de sus calles fue adaptada al momento, rotulándose con “nombres pertenecientes a las Islas Canarias en agradecimiento a la ayuda recibida como consecuencia de la riada”. Así, las calles que circundan los bloques fueron rotuladas como calle Lanzarote, calle Gran Canaria y calle Isla de Hierro; calle Pico Teide la central; calle Fuerteventura, calle Gomera y calle La Palma las interiores, y plaza de la Orotava la interior del grupo. En un principio, la propuesta recogía la denominación de la calle central con el nombre de la capital canaria, pero la calle Santa Cruz de Tenerife acababa de ser rotulada en el Grupo Virgen de los Desamparados, perpendicular a la avenida del Cid.

Por lo tanto, todas las islas y principales símbolos canarios recibían así el homenaje de València. Pero todo se torció pocos años después, cuando desde el Ayuntamiento se dieron cuenta que ya existía otra calle en la ciudad con el nombre de calle de la Palma. Se trata de un pequeño callejón del barrio del Carmen, que desemboca a la misma plaza del Carmen viniendo desde la murtereta, cuyo origen se remonta más allá del siglo XVIII y que haría referencia a la típica palmera del paisaje valenciano que estaría situada en su trazado. Esta duplicación de denominaciones, calle de la Palma (árbol) y calle de la Palma (isla), se subsanó por parte de la administración de la peor manera, cambiando el nombre de la calle dedicada a la isla por una nueva denominación: calle de Las Palmas, nombre de la capital de la isla de Gran Canaria, despojando así del merecido homenaje a los oriundos de la isla de La Palma, cuando precisamente la mejor solución para diferenciar ambas calles hubiese sido la de añadir la palabra “isla”, como se hizo con la contigua calle isla de Hierro sin ir más lejos.

Tal vez, ahora que los damnificados son los habitantes de aquella bella isla canaria, sería buen momento para devolver a la calle su sentido original y hacer justo homenaje de gratitud a la Palma.