La Malvarrosa resiste en la plaza del 7 de octubre
El 7 de octubre de 1991 los vecinos de la Malvarrosa salieron a la calle para denunciar el estado de marginalidad en el que se encontraba el barrio. Desde entonces, la simbólica fecha da nombre extraoficialmente a la plaza donde ocurrieron los hechos.

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Valencia
El pasado 7 de octubre se celebró el 30º aniversario del levantamiento de los vecinos de la Malvarrosa contra la droga, la delincuencia y la marginalidad en la que se encontraba sumido el barrio a principios de los 90. Aquella histórica manifestación puso el foco en las conocidas como Casitas Rosas, un grupo de viviendas sociales construidas en los años 50 que se habían convertido en el gran hipermercado de la droga en la València de la Ruta del Bakalao.
La riada de 1949, conocida como la riada de las chabolas porque se llevó por delante más de dos mil infraviviendas situadas en el cauce del río Turia, precipitó el Plan de 5.000 viviendas para València impulsado por el Instituto Nacional de la Vivienda en diversas ciudades del estado. Entre los grupos de viviendas que incluía el plan se encontraba el de la Malvarrosa, formado por tres manzanas cerradas, conocidas popularmente como Casitas Rosas por el color elegido para las fachadas. Estos bloques de la Malvarrosa habían sido promovidos con anterioridad por el Ayuntamiento, pero que no fueron finalizados hasta 1959, por lo que tuvieron que albergar también a damnificados de la siguiente riada, la del 57, y además a residentes afectados por los derribos que se estaban llevando a cabo en el Centro Histórico para la apertura de la calle Editor Aguilar y para el ensanche de la calle Torno del Hospital.
Aisladas, sin equipamientos ni planificación urbana de ningún tipo, las Casitas Rosas se construyeron en la Malvarrosa con una patente bajísima calidad en su ejecución, circunstancia que aceleró su degradación y el abandono de sus primeros vecinos, que en cuanto pudieron huyeron del barrio en busca de una vivienda digna, quedando el barrio en estado de semiabandono, un caldo de cultivo perfecto para la ocupación y la proliferación de gente sin escrúpulos.
Con los políticos mirando para otro lado, las Casitas Rosas se convirtieron en el cajón de sastre de la ciudad hasta que los vecinos dijeron basta y tomaron la calle para reivindicar un barrio digno. Eso fue un 7 de octubre de 1991, fecha simbólica de la lucha vecinal que quedó rotulada sobre un panel de azulejos colocados sobre la fachada de uno de los bloques rosas y que reza: Plaza del 7 de Octubre. Una denominación extraoficial que sin embargo alberga la memoria y la dignidad de un barrio que aún hoy, 30 años después, sigue luchando y reivindicando aquel 7 de octubre.

Luis Fernández Gimeno
Ingeniero Técnico en Topografía y Máster en Teledetección por la Universidad Politécnica de Valencia....




