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La calle de San Francisco de Borja

En su año jubilar recordamos a San Francisco de Borja desde la calle que lleva su nombre en València

Callejeando. La calle de San Francisco de Borja

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Valencia

El pasado 3 de octubre dio comienzo el año jubilar de San Francisco de Borja, el santo valenciano de la familia de los Borja del que se conmemora el 450 aniversario de su muerte y el 350 de su canonización.

Francisco de Borja y Aragón nació en Gandía, en el bello palacio ducal, en 1510. De ilustre linaje – su bisabuelo paterno era Rodrigo de Borja, el Papa Alejandro VI- heredó el marquesado de Llombay y fue nombrado Virrey de Cataluña en 1539 y Duque de Gandía en 1543, donde fundó su Universidad. Con 36 años, después de quedarse viudo decidió ingresar en la Compañía de Jesús, orden en la que alcanzó la máxima cota al ser nombrado Padre General en 1565. Murió en 1572 y un siglo después fue beatificado por Clemente X.

La calle dedicada a San Francisco de Borja en València es un tramo de la que desde la plaza de España se dirige hasta la avenida del Cid y que incomprensiblemente fue dividida bajo tres denominaciones: pintor Benedito, San Francisco de Borja y San José de Calasanz. La rotulación se realizó en 1940 a raíz de una propuesta del entonces cronista Salvador Carreres en un contexto dominado por el nacionalcatolicismo, uno de los principios ideológicos en los que sustentó el franquismo.

Tras la victoria de los sublevados, las calles volvieron a sacralizarse y la iglesia las hizo suyas para representar allí su credo. La religión dominaba de nuevo el espacio público de las ciudades, y la censura y la propaganda católica fue desplegada, en connivencia con la dictadura, como unos tentáculos largos y poderosos que abarcaron todos los ámbitos de la sociedad, desde la educación hasta la prensa, pasando por el espacio simbólico y la onomástica urbana.

La Iglesia Católica y sus actores principales pasaron a estar presentes en cada rincón de cualquier barrio o pedanía, en lugares preeminentes y en los aledaños del templo, del colegio o de la institución religiosa. Nombres de padres, Papas, madres, obispos, reverendos, santos y vírgenes fueron utilizados para consagrar el nuevo espacio conmemorativo.

De hecho, los nombres de San José de Calasanz y de San Francisco de Borja, fueron los seleccionados para renombrar la que desde 1922 se había conocido como calle de Roberto Castrovido, un periodista y político madrileño de ideología republicana que tuvo una especial vinculación con Valencia a través del diario El Pueblo.

 
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