Mula acoge por primera vez en la Región de Murcia el tesoro de La Almoloya
El museo de la Ciudad de Mula acoge este jueves la inauguración de la exposición 'La Almoloya. El primer parlamento de Europa', que exhibe por primera vez en la Región de Murcia los hallazgos descubiertos en este yacimiento argárico, ubicado en Pliego, entre ellos un lujoso ajuar funerario
Mula
Comisariada por el arqueólogo municipal, José Antonio Zapata, la muestra incluye los restos de la tumba número 38 de un enclave ocupado por entero durante la Edad del Bronce argárica (2200-1500 a.C) y que ya fueron expuestos en el Museo Arqueológico Nacional en 2017.
Este ajuar, propiedad de la comunidad autónoma y compuesto por abundantes joyas de plata, oro y ámbar, así como delicadas piezas de orfebrería, podrá contemplarse durante cuatro meses junto al resto de la muestra, aunque fuentes municipales han señalado a EFE que el objetivo es que el préstamo de Cultura se amplíe y pueda unirse este tesoro al resto de las piezas de la colección permanente.
La Almoloya ha proporcionado una de las sepulturas más lujosas de la Edad del Bronce Antiguo de toda Europa continental (Tumba 38), una tumba principesca situada precisamente bajo el suelo de un lugar prominente de la "Sala del Parlamento".
Abundantes joyas de plata, oro y ámbar, delicadas piezas de orfebrería y otras ricas ofrendas apuntan a una sepultura principesca que acogió a dos miembros de una dinastía reinante. Una de las piezas más destacadas es una diadema de plata que ceñía el cráneo de la mujer.
Los llamados "dilatadores de oreja" son objetos igualmente raros. Dos fueron elaborados en plata, mientras que otros dos son de oro. Excepto en la Creta minoica, ninguna élite en Europa acumulaba tanto poder y riqueza.
De entre los nueve complejos arquitectónicos documentados hasta el momento, destaca el número 1, una estructura de carácter residencial y político, de unos 250 m2 de superficie, clasificable bajo la categoría de "Palacio", donde residía un grupo aristocrático de aquella sociedad.
En su interior, existe un amplio recinto de 85 m2 dedicado a la reunión política (Habitación 9), que ha sido bautizado como "Sala del Parlamento".
Además, las numerosas tumbas halladas en el subsuelo del asentamiento (104 hasta el momento) informan de múltiples aspectos de la estructura social, política y económica de la sociedad argárica.
La Almoloya ocupa un cerro amesetado de casi 3.000 m2 de extensión en su cima, que se eleva a 585 metros de altitud en las estribaciones septentrionales de Sierra Espuña, entre los términos municipales de Pliego y Mula.
Desde él se domina visualmente un extensísimo territorio, circunstancia que le confirió un elevado valor estratégico.
Descubierto y explorado inicialmente por Emeterio Cuadrado en 1944, y sometido a expolios durante décadas, fue objeto de cuatro campañas de excavaciones arqueológicas (2013-2016) bajo la dirección científica de arqueólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona, liderados por Vicente Lull.
A lo largo de estos seis siglos de ocupación, se han observado tres grandes fases de desarrollo urbanístico, de las cuales a fecha de hoy se ha explorado la más reciente de ellas en su práctica extensión, mientras que las dos fases previas han sido documentadas en diversos sectores.
A dicha fase más reciente corresponden los vestigios inmuebles que hacen de La Almoloya un enclave privilegiado para el conocimiento de uno de los primeros centros de poder y gobierno de la Europa prehistórica, hace unos 3.800 años.
En estos momentos, una abigarrada trama de complejos arquitectónicos, subdivididos entre seis y once estancias, cubría casi por entero la cima de La Almoloya. Los edificios estaban construidos con muros de piedra trabada con argamasa, revestidos con capas de mortero que contenía cal.
Y en ningún otro escenario como en la Región de Murcia se puede llegar a conocer con tanto detalle cómo se forjaron y funcionaban las primeras civilizaciones europeas.
La Almoloya también ha deparado el hallazgo de miles de objetos fabricados en arcilla cocida, metal, piedra tallada y pulimentada, hueso, asta, marfil y fibras textiles, además de abundantes testimonios de la producción alimentaria (huesos de animales y semillas) y de maderas destinadas a la construcción o a su uso como combustible.
Proceden de variados contextos de producción económica, distribución, almacenaje y consumo, y conforman un legado arqueológico excepcional, ya que muy pocos yacimientos europeos muestran con tanto detalle las dimensiones cotidianas y públicas de una de las primeras civilizaciones peninsulares.