Donostia 1813: Cárcel, hospital, centro de la Gendarmería Imperial y punto de descanso del Camino Real

San Sebastián

Capítulo V. Para entender el papel que jugó San Sebastián durante la Guerra de la Independencia es fundamental acercarse a la figura del General Thoubenot, nombrado jefe de toda la zona norte del País Vasco y con pocas simpatías por el pueblo donostiarra. El era el encargado de recaudar todo tipo de impuestos a una ciudad que, por aquella época, no estaba ya como para hacer frente a tantos pagos. Los comerciantes tenían problemas de suministro, problemas para suministrar, bloqueos marítimos... y a esto hay que sumar los impuestos.

Thoubenot, además, protagonizó un sangriento episodio cuando los ejércitos aliados asediaron Baiona, una ciudad que estaba bajo su mando. Estando ya prácticamente firmada la paz, el 14 de abril de 1814, ordenó, sin razón alguna, que toda la guarnición francesa salga de la ciudad y ataque a los ingleses. No sirvió de nada, la guerra estaba ya terminada. Y sin embargo el número de fallecidos fue enorme.

San Sebastián no estaba bien vista

En aquellos meses, previos a la entrada de San Sebastián en guerra, la ciudad no estaba bien vista en el resto de la provincia. Donostia era el punto de control en la ruta que iba de la frontera a Vitoria, a donde Thoubenot cambió su sede. Llegó a convertirse en el centro de la Gendarmería Imperial. Fue también cárcel de los represaliados, hospital y punto de descanso del Camino Real.

A todo esto hay que añadir que la ciudad se convierte en un centro corsario muy importante... uno de los más importantes de todo el Atlántico. Y muchos comerciantes pudieron lucrarse de todas las presas que se conseguían en el comercio británico o de otros países aliados con Gran Bretaña.

Refugio en le castillo de Urgull

Los acontecimientos bélicos que se van produciendo en toda la península hacen que la situación se vuelva cada vez más hostil. Llega a haber rumores de un levantamiento civil en la ciudad por las frecuentes prohibiciones de Thoubenot a los donostiarras, lo que hace que el general francés decida refugiarse con sus tropas en el castillo de Urgull. Cada vez son menos las cosas que unen a los donostiarras con los franceses y la tensión va en aumento, convirtiendo a la ciudad en un polvorín que puede llegar a explotar en cualquier momento como así acabará sucediendo.