Ni la experiencia en partidos a vida o muerte, ni el hecho de jugar la vuelta en casa -marcando un récord histórico de asistencia a San Mamés-, ni tener la posesión y las mejores ocasiones, ni adelantarse a la media hora de partido en el marcador gracias al gol de Iñaki Williams ha servido de nada. El sueño de volver a jugar una final de Copa se ha roto para el Athletic en el minuto 116 de partido. Cuando la eliminatoria se encaminaba a los penaltis, un golazo de Pablo Ibáñez de volea a pase de Moncayola ha clasificado a Osasuna para la final de Sevilla. Durante muchos minutos y hasta entonces, los de Ernesto Valverde habían sido los claros dominadores del juego. Pero el escaso rendimiento de un gol ha sido insuficiente ante los de Jagoba Arrasate, más atinados de cara a la portería rival. Hacía más de una década que el Athletic no jugaba en San Mamés el partido de vuelta de una semifinal copera. Fue en 2012, cuando, de la mano de Marcelo Bielsa, consiguió alcanzar la final tras eliminar al Mirandés. Esta vez, el sorteo quiso que La Catedral acogiera la noche definitiva. Pero todo comenzó a jugarse en Pamplona hace ya un mes, cuando el Athletic fue incapaz de marcar un gol y Osasuna, gracias al tanto de Abde, dio el primer paso hacia la final. En la vuelta, una vez más la eficacia, o la falta de ella, es la que quedará en el recuerdo. El Athletic ha botado 18 córners; Osasuna, ninguno. Precisamente a balón parado ha conseguido su único gol, insuficiente a la postre. También ha dominado el partido en posesión, por encima del 60% para los rojiblancos. Y en ocasiones. Las más claras, casi consecutivas, de un Nico Williams que en la segunda parte pudo convertirse en el héroe de la eliminatoria pero al que rehuyó la puntería. «Cuando tienes ocasiones y no las metes, te quedas con cara de tonto», ha reconocido un dolido Iñaki tras el encuentro. Con esta eliminación, el Athletic se despide de una final con la que soñaba desde que comenzó la temporada, en la que solo le resta un objetivo, el de la clasificación para disputar competición europea la próxima temporada. Será clave cómo el equipo logre reponerse de este mazazo para afrontar con garantías las últimas once jornadas de Liga, comenzando por la de este fin de semana, en la que los rojiblancos visitarán al Espanyol. Y es que la última gran decepción copera, la de la final perdida ante la Real Sociedad en La Cartuja, dejó claro cómo una derrota puede mermar mental y físicamente a un equipo durante mucho tiempo. No solo afectó claramente a las opciones de disputar la siguiente final dos semanas más tarde al FC Barcelona sino que hizo que los jugadores languidecieran en el último mes de competición de Liga y se quedaran sin el premio europeo.