Paseo por las plazas de cemento de Vitoria en plena ola de calor

Vitoria-Gasteiz

La ciudad de Vitoria vuelve a sufrir una ola de calor en la que se está llegando a alcanzar los cuarenta grados de temperatura, lo que para los alaveses supone un auténtico infierno. El calentamiento global está avanzando de tal manera que en lo que queda de siglo, Vitoria será la sexta ciudad en España en la que más aumente el estrés térmico.

En plena ola de calor, las altas temperaturas se ceban en esos espacios llamados islas de calor, espacios fundamentalmente en ciudades, en los que apenas hay vegetación y están dominados por el cemento. Una moda de los últimos años a la hora de remodelar el espacio público que aumenta la intensidad del calor en muchas plazas y calles de nuestras ciudades.

Con una botella de agua y crema por todo el cuerpo, nos lanzamos a la calle junto a Damian Santiago, un ciudadano que con su termómetro de infrarrojos mide la temperatura de los pavimentos y comunica a través de sus redes sociales la concentración de calor de ciertas zonas de Vitoria.

La aventura comenzó en la Virgen Blanca con una temperatura de treinta y ocho grados. La primera medición se llevó a cabo en las sombras que producían los pocos árboles de la plaza, dando como resultado los veinticinco grados en el pavimento. Avanzando escasos metros, en el centro de la plaza, donde más sol había, el termómetro recogió en el suelo más de cincuenta grados. Aunque el récord se lo llevó la carretera que acumulaba más de sesenta grados, una auténtica parrilla.

Santiago explicaba que uno de los puntos en los que más calor se concentra estos días son las paradas de autobús o tranvía. Tras acercarnos a la parada de tranvía del Parlamento, pudimos comprobar que la estructura metálica encerraba una gran condensación de temperatura. Esto es insoportable para los vitorianos, desplazando su tiempo de espera a las sombras de árboles o edificios.

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En el parque de la Florida, sin embargo, con treinta y ocho grados de temperatura en la ciudad, en la sombra de los árboles bajaba hasta los treinta grados. Estos espacios verdes son una alternativa para el que no quiera quedarse en casa, ya que la vegetación alivia en cierta medida estos picos de calor.

Otro espacio prácticamente desierto es la plaza de Santa Bárbara. Tras su reforma, la imagen del lugar es mucho más seca, con menos vegetación y una predominancia del cemento. Los vecinos de la zona aseguraban el contraste de temperatura entre la plaza y otras calles adyacentes.