El Comidista sorprende con su cata de bollos de mantequilla en Bilbao: los clásicos no son los mejores

El periodista y crítico gastronómico Mikel López Iturriaga, conocido como El Comidista, ha vuelto a su ciudad natal para protagonizar uno de sus vídeos más comentados: una cata de ocho bollos de mantequilla de Bilbao. El vídeo, publicado en su cuenta de TikTok, roza las 360.000 reproducciones, mientras que en Instagram supera las 267.000 vistas y los 10.000 likes, convirtiéndose en contenido viral en pocas horas.

En esta ocasión, El Comidista se propuso comprobar qué establecimientos preparan los mejores bollos de mantequilla de Bilbao, un dulce clásico de la repostería local. Para sorpresa de muchos, su ranking rompe con los tópicos: las pastelerías más famosas no son las que mejor paradas salen en la cata.

Los clásicos no siempre convencen

En su vídeo, Iturriaga analiza con humor y precisión cada bollo: desde los icónicos de Arrese, con más de 170 años de historia, hasta los de Martina de Zurikaldai, Don Manuel, Leku-Ona (Mungia) o la heladería Alaska. Y aunque reconoce su tradición, también señala puntos débiles: masas secas, cremas que saben más a nata que a mantequilla o aromas artificiales que disfrazan sabores mediocres.

“Para ser una pastelería tan famosa, no sé si cumple con las expectativas”, comenta al probar uno de los bollos clásicos. Sobre otro de los favoritos de los rankings añade: “Me da la sensación de que le han puesto algún tipo de aroma que oculta el hecho de que el bollo no es extraordinario”.

Las sorpresas del ranking

Por el contrario, otros establecimientos menos mediáticos se llevan la ovación del crítico. Destaca la heladería Alaska por su masa jugosa y la panadería Labeko, un “templo del pan artesano en el Casco Viejo” que según Iturriaga hace “un bollo sin hostias” y “como hay que hacer las cosas para que haya sabores profundos”. Estos, para él, son auténticos bollos de OP (obra maestra).

Un dulce con identidad bilbaína

El vídeo no solo alimenta la polémica gastronómica sobre los bollos de mantequilla, sino que también refuerza la identidad bilbaína del propio Iturriaga, que recuerda con nostalgia lugares de su infancia como la heladería Alaska y comenta las transformaciones de la ciudad.