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El Lince ibérico multiplica por 13 su población en los últimos veinte años

La población de este animal ha pasado de cien ejemplares en 2003 a 1.365 en 2021, un programa de recuperación que sus impulsores consideran que ha sido un éxito

Lince Ibérico / cadena SER

Badajoz

En 2003 el Lince Ibérico estaba al borde de la extinción, en ese momento había en toda la Península cien ejemplares en dos poblaciones, en el Parque Nacional de Doñana y en la Sierra de Andújar Cardeña (Jaén). Veinte años después y gracias al programa de reintroducción “ex-situ” y según el censo de 2021, son 1.365 individuos en 14 poblaciones.

Actualmente, hay cuatro centros de cría, uno en Portugal y tres en España, dos están gestionados por el organismo autónomo de Parques Nacionales, el del Acebuche y el de Zarza de Granadilla, el tercero está en Jaén, gestionado por la Junta de Andalucía y Portugal tiene el centro de Silves ( Centro Nacional de Reprodução de Lince Ibérico) gestionado por el gobierno portugués.

Maite Ríos, coordinadora técnica del centro de Zarza de Granadilla (Cáceres), explica que estos cuatro centros componen el programa “ex-situ” de cría en cautividad “se fueron abriendo en distintos momentos según las necesidades. Los cuatro tienen población cautiva, pero hay un quinto que es un centro asociado, el zoobotánico de Jerez de la Frontera, el cual saca todos los años una camada”.

El programa de recuperación de este animal empieza en el 2003, la decisión llegó después de que un año antes los censos arrojasen una cifra escasa de la especie, en total cien individuos. Esto hace que la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza catalogue al Lince Ibérico como el felino más amenazado del mundo y se le otorga la categoría de en “peligro crítico de extinción”, un paso previo al siguiente estadio que sería “extinto en estado silvestre”. Las primeras medidas son desarrollar un programa con trabajos en el campo para la conservación de este animal, las acciones “in-situ”, aunque posteriormente se decidió trabajar también con el Lince fuera del hábitat para evitar esa posible extinción, por lo que empieza el programa de cría en cautividad “ex-situ”.

Ríos recuerda que en 2012 había dos poblaciones de este felino solo en Andalucía, actualmente ya se encuentran en Portugal, Castilla La Mancha, Extremadura y se han liberado por primera vez en Murcia y Granada. “En Murcia, se han liberado los primeros cuatro ejemplares en febrero, nosotros vamos a poner en libertad tres ejemplares más en mayo, porque la idea es empezar con un total de ocho, tres parejas para llevar a cabo lo que se hizo, por ejemplo en Extremadura”. Uno de los mayores retos a los que se está enfrentando la especie es a la variabilidad genética, “se sigue trabajando con primos hermanos, a nivel genético hay mucha endogamia, por lo que es el mayor desafío para evitar la extinción”

De los cuatro centros de recuperación actuales, el último en abrir fue el de Zarza de Granadilla, lo hizo en el 2012 con el objetivo de mantener el 85% de la variabilidad genética de la especie. Entre los cuatro centros hay unos cien ejemplares en cautividad, en ellos se van haciendo emparejamientos, además ingresan los llamados “fundadores” que son ejemplares nacidos en el campo, los cuales se utilizan para aportar datos genéticos distintos. “Estos emparejamientos se consultan con los asesores genéticos y nos dicen si esos individuos están representados o no dentro de nuestro programa, nosotros intentamos como una colección de cromos analizarlos todos para mantener esa variabilidad e intentar cruzar lo máximo posible”.

Los cuatro centros que trabajan en la Península Ibérica han conseguido a día de hoy que hayan nacido 500 Linces y se hayan realizado 370 reintroducciones en el campo, en lo que respecta al centro cacereño son 140 nacimientos y 103 puestas en libertad. Los primeros ejemplares que se soltaron fueron en 2011 en Andalucía, no es hasta el 2013 cuando se hace en Extremadura, Castilla La Mancha y Portugal.

El centro de cría del Lince Ibérico de Zarza de Granadilla cuenta con dieciséis instalaciones de 850 metros cuadrados, en él se encuentran los ejemplares reproductores y hay tres cercados que son los que se utilizan para entrenar a las camadas, para que en un futuro puedan vivir en el campo. “Nosotros siempre damos conejos vivos, al principio son lactantes y al mes de vida empiezan a tener contacto con él, cada dos días se aporta este animal y de forma aleatoria se utilizan distintos dispensadores, con lo que se trabaja la incertidumbre y la previsibilidad, el objetivo es que no se habitúen nunca a la presencia humana”, explica Maite Ríos.

Una vez han crecido, a través de videovigilancia, los criadores evalúan la actitud para reintroducirlos en el medio natural, se observa si sus técnicas de caza son óptimas, las habilidades sociales o las respuestas que tienen a los humanos, “no queremos que los animales se confíen, cada dos semanas entramos a hacer un poco de limpieza y si en algún momento hay un cachorro que es muy cercano se aplica los llamados “sustos”, que consiste en perseguirlos y conseguir una respuesta negativa con el objetivo de cambiar ese comportamiento hacia el ser humano”.

En cuanto a los emparejamientos, se lleva a cabo un trabajo de socialización que dura varias semanas, se analizan las interacciones y qué parejas son compatibles y cuáles no. “Este año se han hecho siete parejas, en total entre los cuatro centros han sido de 35 a 45 cachorros los nacidos”. En febrero se separa la hembra del macho para evitar cualquier riesgo de daño a los recién nacidos y en marzo o abril son los partos. Desde el centro de cría extremeño explican que a las seis u ocho semanas de vida se produce un proceso al que conocen como el “periodo agonístico”, es una época de peleas que detectaron desde las primeras camadas en el año 2005, “un día al llegar al centro vemos como hay un cachorro muerto, al revisar el video nos damos cuenta de que se han peleado. Es un periodo donde no se sabe bien la función, pero les ocurre al 100% de las camadas, todos los cachorros pelean a muerte”. Explican, que durante esos días a la madre la observan nerviosa, la cual los separa, “se ha visto que este proceso no tiene que ver con la jerarquía, ya que después el que gana no tiene por qué ser el dominante”. Este tipo de comportamiento se ha visto en otras especies de lince del mundo, pero no con la intensidad del Lince Ibérico.

En definitiva, el papel de los centros de cría es un apoyo al trabajo de campo. De esa transición de poner en libertad a los individuos preparados se encarga la Junta de Extremadura. La directora del Programa de Conservación de la dirección general de Sostenibilidad, María Jesús Palacios, dice que su tarea diaria es saber cuántos individuos hay en el territorio, cuáles son las hembras y los machos y si son capaces de seguir adelante. También desde este organismo se encargan de investigar las causas de una posible muerte, si hay algún envenenamiento o muertes por disparos. “La labor de la administración es conocer dónde están y tratar de que los animales se encuentren en el territorio lo mejor posible, también tenemos que trabajar con la propiedad de los terrenos, porque la mayor parte de la población están en fincas privadas, la idea es que vean al Lince Ibérico como una oportunidad de tener una especie única en su finca, porque de algún modo tienen un patrimonio natural”.

Sobre el seguimiento de la especie en el campo lo realizan a través de unos collares, los cuales monitorizan los lugares por los que se mueven o las enfermedades que pueden afectar a las poblaciones. Palacios explica que en Extremadura en el año 2014 no había ningún Lince, se habían extinguido. “Desde los años 90 no se veía ningún animal de esta especie en nuestro territorio e incluso en esa época eran ya animales esporádicos, así que tuvimos que organizar un programa de reintroducción, en este caso fue muy importante el proyecto Life Iberlince que desarrollamos junto con Portugal”. Desde la dirección general de Sostenibilidad dicen que tienen controlados por radio marcaje a 136 individuos, de los cuales 70 machos y 62 hembras y 4 indeterminados, “la previsión que tenemos es que a finales de este año tengamos más de 200 ejemplares en la región”.

Desde la Junta de Extremadura dicen que uno de los principales peligros de la especie son los atropellos, “este año se han soltado alrededor de unos diez individuos, de las cuales una hembra era atropellada cerca de Navalmoral de la Mata”. Además de los atropellos, otras causas de muertes son los disparos o el furtivismo”. Desde la administración destacan la importancia de la ciudadanía ante cualquier suceso con los Linces, incidiendo que si cualquiera ve en zona de carretera algunos de estos animales pueden llamar al 112 para recogerlo si está herido y que pueda sobrevivir.