El micromentario de Pepe Belmonte: 'Ucrania resiste'

Murcia

La enorme crispación de estos días, que se percibe en la calle, alentada por la ultraderecha y aplaudida, hasta última hora, por el PP, por el hecho de que el Partido Socialista pueda, finalmente, formar gobierno, así como la masacre sangrienta y sin sentido, con ese exterminio masivo del pueblo palestino, alentada, por cierto, por los Estados Unidos, ese país que se autoproclama como el adalid de la libertad, están propiciando que en los medios de comunicación se hable mucho menos de la invasión de Ucrania, que, a pesar de todo, sigue su curso, que continúa con unos combates, no menos sangrientos, que tienen toda la pinta de no acabar nunca.

Recuerdo que en la 'mili' aprendimos nociones básicas de armamento, táctica militar… y también todo lo relacionado con la importancia que tiene la moral en el campo de batalla, en medio de una guerra.

La moral siempre ha sido un elemento clave para una tropa que lucha contra la muerte, que apenas puede dormir y comer, que se ve lejos de su familia, de sus seres queridos, metida de lleno en un lío que no ha provocado.

La moral fue lo que hizo que los españoles, a principios del siglo XIX, con un ejército valiente, pero muy escaso, acabaran con las todopoderosas tropas francesas, al mando de Napoleón, que pretendían invadir España, como ahora sucede con Rusia en Ucrania.

Y, a su vez, los propios franceses, a mediados del siglo XX, durante la segunda guerra mundial, acabaron con las tropas de ocupación alemanas a base de resistir, a base de pequeños golpes que minaron la moral del ejército nazi, que ya había desfilado por las calles parisinas con la torre Eiffel como testigo.

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La moral y la buena conciencia son las armas más eficaces y poderosas con las que cuenta actualmente Ucrania frente a la invasión de los rusos, mucho mejor equipados, con gente más experta en cuestiones bélicas, pero sin una razón objetiva que justifique esa estupidez que están cometiendo.

Decía Shakespeare, que tanto escribió sobre la guerra en muchas de sus conocidas tragedias, que "una buena conciencia vale por mil espadas".