¿Qué animal tiene 9 cerebros y es capaz de abrir un bote, jugar y llamar nuestra atención?
El biólogo marino Emilio Cortés explica cómo es capaz de reconocer rostros y aprender como un perro o un gato

Sunset in La Azohia. / Marlene Vicente

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Emilio Cortés sobre los pulpos, biólogo marino en Hoy por hoy Cartagena
Cartagena
El biólogo marino Emilio Cortés desvela los secretos del pulpo, un invertebrado que sorprende por su inteligencia, su capacidad de juego y hasta por recordar a las personas que lo cuidan.
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El pulpo, habitual en la gastronomía de Cartagena y presente en nuestro litoral, esconde tras su aspecto enigmático una inteligencia sorprendente. Así lo explica el biólogo marino Emilio Cortés, que recuerda que “aunque sea un invertebrado, el pulpo supera en inteligencia a muchos vertebrados inferiores”.
Cortés compara su capacidad de aprendizaje con la de los animales domésticos, “realmente, podríamos llegar a comparar un pulpo con un gato o un perro”.

Pulpo / Robert Cianflone

Pulpo / Robert Cianflone
Nueve cerebros y mucha curiosidad
El experto recuerda que el secreto de esta inteligencia está en su peculiar anatomía: “Tienen nueve cerebros: uno central que controla todo y otros ocho en cada tentáculo”. Esa estructura les permite sentir, explorar y aprender de manera autónoma. “Parece un extraterrestre que ha llegado al planeta y se ha quedado aquí camuflado en el mar”, bromea.
Su curiosidad es tal que, incluso ante un buceador, no tarda en salir de su escondite para tocar con los tentáculos y explorar qué tiene delante. “Son capaces de identificar a personas, de recordar a quien les cae bien y de rechazar a quien no”, afirma.
Inteligencia demostrada en acuarios
Cortés ha vivido experiencias llamativas en el acuario donde trabaja. “Teníamos un pulpo que aprendió a abrir un bote con comida después de verlo varias veces. Primero no hacía nada porque nunca había visto un bote en su vida. Pero cuando le mostramos cómo se abría, lo imitó y lo abrió él mismo”.
En otra ocasión, el animal buscó llamar la atención rompiendo el sistema de rebosadero de su tanque. “Se enfadaba si no le hacías caso. Llegó a romper dos veces el suelo del acuario para que fuéramos a atenderle”, recuerda.
Una especie amenazada por la pesca
Más allá de las anécdotas, Cortés advierte del riesgo de sobreexplotación: “El pulpo tiene la mala suerte de estar buenísimo cocinado, y la presión pesquera es brutal. Aquí en el Mediterráneo la población se ha reducido y la pesca recreativa en verano también pasa factura”.
Con una esperanza de vida de apenas dos años, el Octopus vulgaris, la especie más común en Cartagena, apenas tiene tiempo para crecer antes de ser capturado. “Los pequeños que viven en aguas someras deberían tener la oportunidad de crecer, pero muchos los capturan nada más verlos”, señala.
“He comido pulpo, pero cada vez me da más pena"
"Son seres sintientes y creo que va a llegar un momento en que me pongan un pulpo al horno y diga que no”, asegura el biólogo marino. “Si la gente supiera de lo que son capaces los pulpos, de cómo interactúan y lo que sienten, yo creo que lo tendríamos salvado”.




