Los premios de Eurovisión 2023: ¿qué se lleva el ganador del festival?
El festival de Eurovisión no entrega premios en metálico, pero puede catapultar a la fama a sus participantes
Cada vez que se celebra una competición de cierta relevancia, ya sea cultural, deportiva o de cualquier otra índole, una misma pregunta se repite entre quienes la siguen: ¿qué premio se llevan los ganadores? La misma cuestión se hacen buena parte de los espectadores de Eurovisión, que suelen plantearse cuál es el aliciente para que cantantes de renombre internacional o, al menos triunfadores en sus países de origen, participen en el festival.
La realidad es que las razones que les impulsan a participar, o a ser reincidentes - como es el caso de Loreen, ganadora con Euphoria en el año 2012 y que vuelve ahora, once años después, a probar suerte- no es el dinero. No, el micrófono de cristal, el trofeo del festival de Eurovisión, no lleva aparejada una recompensa económica.
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¿Cuál es la historia del trofeo de Eurovisión?
La recompensa más conocida es el micrófono de cristal que se entrega al artista o grupo ganador de cada edición. Los vencedores reciben esta insignia justo antes de interpretar de nuevo su canción sobre el escenario, tal y como manda la tradición eurovisiva. Tiene una forma muy sencilla que recuerda al micrófono clásico de una radio y en su parte delantera cuenta con una inscripción en la que aparece el logo del festival, con la bandera del país anfitrión en el corazón que forma la letra 'v' de Eurovisión, y el año del certamen. Este año, por la situación excepcional de Ucrania, ganador del año pasado, el micrófono tiene una peculiaridad. El corazón llevará los colores de la bandera ucraniana, aunque se señalará debajo el lugar de acogida del la ceremonia de 2023.
No siempre fue así. Antes de 2008 la estatuilla variaba según el país que acogía el festival. Por ejemplo, la cantante griega Helena Paparizou, que ganó el festival en Ucrania en 2005, recibió una caracola y una placa plateada de manos del por entonces presidente ucraniano, Víktor Yúshchenko. Dos años antes, la turca Sertab Erener se llevó de Riga (Letonia) un árbol de vidrio y una placa. Si se echa la vista más atrás, las dos únicas representantes españolas que se han hecho con la victoria, Massiel y Salomé, ganaron una medalla dispuesta en un elegante caja.
Lo que no varía desde que se estrenó Eurovisión, en 1956, es la tradición de que el país ganador acoja el festival al año siguiente. Aunque para las delegaciones más pequeñas puede ser un 'regalo envenenado' organizar un evento de tal envergadura, también son significativos los beneficios económicos que puede aportar al país. Además, ha habido cinco ocasiones en las que el anfitrión se ha impuesto en el festival.
El verdadero premio: los 'royalties'
Por sorprendente que parezca, el festival de Eurovisión no entrega premios en metálico a los ganadores. Ahora bien, estos sí que pueden recibir dinero por los derechos de autor de sus canciones, que en caso de tener éxito —independientemente de si ganan o no— acumularán millones de reproducciones en las radios de todo el mundo o en plataformas como Spotify o YouTube.
Aunque algunos de los artistas sí que figuran en los créditos de las canciones que interpretan en Eurovisión, es habitual que una gran parte de estos beneficios se reparta entre discográficas, productores y compositores. Eso sí, la participación en el concurso puede catapultar la carrera de muchos cantantes o grupos, reportándoles beneficios por bolos, conciertos o ganancias por sus futuros álbumes.
Es lo que ha ocurrido con Måneskin, banda italiana que pasó de tocar en las calles de Roma a despertar la admiración de iconos musicales como Iggy Pop o The Rolling Stones. Después de su victoria en Eurovisión en 2021, el grupo ha actuado en los festivales más importantes del mundo y han ganado importantes premios como el MTV Europe Music Award a mejor artista rock.