Ferrari pone la alfombra roja a Verstappen y Red Bull en Bakú
Victoria del campeón del mundo y doblete de la escudería energética con Russell tercero en el doble cero de los de Maranello. Alonso fue séptimo
Seis de ocho poles de Leclerc. Dos de ocho victorias. El bagaje para un contendiente al título es bajo. Para una escudería que ansía el título de constructores es indigno. De qué sirve convertirte en príncipe los sábados cuando el domingo quien se corona como emperador es el que se viste de azul. Bakú pintaba a circuito fetiche de Red Bull, por su kilométrica recta de meta y la endiablada velocidad del RB18. Las expectativas se cumplieron. La machada de Ferrari y Leclerc quedó en nada en la salida y terminó siendo anecdótica cuando el F1-75 de Sainz le dejó tirado en la vuelta nueve y el de el poleman rompía motor en la veinte. La fumata blanca guardaba un negror estremedecedor para la Scuderia. El box era un drama. Veinte vueltas y el Gran Premio había terminado. Doble abandono por fiabilidad. Doblete de Red Bull. Doble liderato del Mundial. 150 puntos para Max, 129 Pérez y 116 Leclerc. En constructores, 279 puntos para Red Bull y 199 para Ferrari.
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Checo Pérez, que lleva apretando los dientes y los puños desde las órdenes de equipo de Barcelona, fue víctima del abrasador calor de la pista de Bakú. Rebasó a Leclerc en la salida, pero perdió su colchón en pro de su compañero cuando el graining salpicó las gomas de su Red Bull. Desde el apagado de semáforos, la escudería energética era la más rápida. Verstappen no se quiso probar con Leclerc, sino esperar hasta el abandono de Carlos Sainz y el Virtual Safety Car para tirar y ganar. Ferrari no fue rival ni en pista ni el box. 5,4 segundos de parada a Leclerc en la vuelta en la que el madrileño se había quedado tirado. Del tercero al primero. Después de las dudas con las que acabó en Mónaco y empezó en Azerbaiyán, el campeón recupera su sitio con paciencia e inteligencia, sacando 20 segundos a Pérez y sin dar opción. Alfombra, victoria, doble cajón del podio y liderato del Mundial.
La carrera se movió entre las estrategias entre el neumático medio y duro, los Virtual Safety Car, y los abondonos de cuatro pilotos motorizados por Ferrari: los dos coches de rojo, Zhou y Magnussen. No hubo incidentes escandalosos ni besos al muro más allá de alguna pasada de frenada en las escapatorias. Fue un domingo de pescar en río revuelto aprovechando los abandonos que había por delante. Russell volvió a ser el alumno más aventajado. Nuevo podio para el británico, con Hamilton cuarto. La agitación por delante también permitió a Ricciardo superar a Norris y a Alonso rascar un buen botín de puntos.
Alonso: récord, gestión y resistencia
El bicampeón del mundo se encontró con el espejismo del Alpine los viernes y la realidad de los sábados. Pero el día es el domingo. "Todo puede pasar", advertía antes de subirse al A522. El asturiano fue cauto con el medio y agresivo con el duro cuando cayó a la decimosexta y remontó hasta la séptima. Entre medias pasó a Stroll, Bottas, Magnussen y Ocon. Por el camino quedaron los abandonos de los Ferrari y el problema con el DRS de Tsunoda. En una Fórmula 1 donde reinan las estravagancias había que tirar de clásicos. Cinta americana para 'pegar' el alerón trasero del japonés que gritaba por radio atónito a lo que hacían sus mecánicos en el pit-stop.
El segundo Virtual Safety Car tiró a Fernando Alonso a los pies de los lobos de Mclaren. El recordman del domingo resistió a los de Woking, ambos con neumático medio nuevo mientras que él vivía con el duro. Mantuvo a raya a Ricciardo y protegió como un preciado tesoro, lo que es, el séptimo puesto con el que cruzó la bandera cuadros.
Juan Antonio Requena
Estudiante de periodismo. Antes en Diario AS....