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Salud y bienestar

Responsabilidad afectiva (Parte 2)

Pésima coartada

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Raquel Mascaraque preguntó en sus redes sociales sobre historias en apps para ligar y nos trae un par ligadas a los términos de “mal-vincularnos” del libro de Marta Martínez, 'Que sea amor del bueno'.

Tiene que quedar claro que en responsabilidad afectiva nos tenemos que olvidar de la famosa frase "es que yo soy así” para justificar comportamientos irrespetuosos o egoístas. No es lo mismo no hacerte cargo de las emociones que despiertan tus actos en otras personas, que no hacerte cargo de los actos en sí. Hay diferencias entre el término 'ser', que indica que algo es inamovible y que no puede controlarse; y otra cosa muy distinta es 'estar', que es un concepto que indica variabilidad. Por ejemplo: "soy pesimista, soy una persona triste" o "estoy pesimista, estoy triste".

La primera historia está ligada al término Love bombing que significa, literalmente, bomba de amor. Se trata de una explosión de amor repentina que no es real, sino una técnica de manipulación para enganchar a la otra persona al vínculo y que se establezca una dinámica de tira y afloja. Al principio la persona te hace sentir único y especial, te dice cosas del tipo: “nunca se ha enamorado de alguien tan rápido”, “nunca ha tenido una relación tan bonita”, “nunca ha tenido una conexión así con nadie”. Esto hace que tú comiences a idealizar el vínculo como si fuese lo más increíble que te ha pasado nunca.

Y, entonces, una vez que ya te tenga en sus redes, la persona comienza a distanciarse de ti para que vayas detrás, le prestes más atención e interés y así ensanchar el ego de esta persona. A ti te genera la sensación de culpa, de que algo estás haciendo mal. También te genera inseguridad y, por ello, lo intentas con más fuerza generando un patrón de reforzamiento intermitente. Esto realmente hace que tu seguridad y autoestima vaya mermando. No todo el mundo que siente con mucha intensidad al principio te está intentando manipular, pero si notas un tira y afloja... cuidadito.

La segunda historia está relacionada con el Orbiting, que es una variante del ghosting. Consiste en cortar la comunicación de forma tajante y sin explicaciones con una persona cercan, pero la persona continúa muy presente en las redes sociales. Es decir, ve todas tus historias, le da like a tus fotos, pero nunca te escribe de forma directa.

El orbiting genera casi más contradicción que el ghosting -que consiste en que la persona desaparece de forma radical sin explicación alguna- porque es muy raro que no te escriba pero que siga de alguna manera presente. Genera mucha confusión e inseguridad porque tendemos a pensar en si hemos hecho algo mal. Sentimos como que no hemos hecho lo suficiente, que algo falla en ti cuando la otra persona decide desaparecer, en vez de entender que son comportamientos que marcan una falta de responsabilidad afectiva brutal.

Lo peor de todo es que tenemos muy normalizadas estas conductas que son bastante agresivas para nuestras emociones y lo que solemos hacer es cerrarnos en banda para próximas relaciones, no querer implicarnos porque nuestro cerebro se está defendiendo de alguna manera de esa emoción de abandono y rechazo.

 
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