Así trabajan los guardianes de los tesoros submarinos en España: "Solo tocar un resto arqueológico subacuático ya es un expolio"
Respondemos a las principales preguntas sobre arqueología subacuática y cuidado del patrimonio cultural submarino en nuestro país con tres expertos
Madrid
En el fondo de los vastos océanos y mares que cubren la superficie de nuestro planeta se esconden joyas arqueológicas en forma de huellas del paso del ser humano; pinceladas de historia que tienen un valor incalculable porque no solo es belleza, sino un relato, una foto importantísima de cómo vivíamos, de cómo eran nuestras sociedades. Desde el poderío de un imperio, hasta su decadencia. ¿Tenemos en España un mapa de los tesoros arqueológicos submarinos? ¿Cómo se estudia un barco hundido? ¿Hay 'cazatesoros modernos'? ¿Queda algún galeón perdido en busca de ser encontrado? En Hora 25 hemos hablado con Felipe Cerezo, doctor en arqueología subacuática por la Universidad de Murcia y coordinador del único máster oficial en España de esta disciplina que imparte la Universidad de Cádiz; con Raúl González Gallero, profesor e investigador de este máster y Manuel Martín Bueno, uno de los primeros arqueólogos submarinos en España.
Felipe Cerezo, Raúl González y Manuel Martín Bueno, arqueólogos subacuáticos
El inicio de todo es ya en sí mismo una empresa inabarcable. El estudio de archivos históricos que arrojen la localización de los posibles restos de un pecio -porque aquí entra todo dentro del campo de la hipótesis- puede llevar toda una vida. Lo reconoce Gallero, que lleva más de veinte años buceando en la Bahía de Algeciras. Es precisamente esta zona concreta de nuestros mares, pegada al Estrecho, donde se concentran centenares de restos arqueológicos de toda índole. Hay, sobre todo, pecios del siglo XVI, XVII y XVIII (algunos, barcos de guerra) y otro tipo de objetos relacionados con los fondeaderos, allí donde se estacionaban los buques de la época. Hay hasta "basura medieval".
"Hemos llegado a documentar más de 120 yacimientos. A nivel de archivo, la información es apabullante", explica Cerezo. "En un fondeadero se va arrojando por la borda lo que no se necesita. Esto, en un espacio marítimo, lo que tenemos es una información estratificada, con una sucesión cronológica, que nos va a permitir conocer el uso cotidiano de un espacio. No concretamente un naufragio porque al final eso es fruto de un accidente, de algo que no debería haber ocurrido", añade el arqueólogo.
"El 80% de los restos que tenemos documentados provienen de los archivos orales, es decir, buceadores o pescadores locales que nos señalan el sitio", dice Raúl González Gallero. Como en toda ciencia, es posible que una hipótesis luego no se pueda refutar, es decir, que a la hora de ir en busca de un barco o de un sitio donde previsiblemente hay restos arqueológicos, luego no haya nada. "Incluso la evidencia de ausencia nos da ya una información", apostilla Cerezo.
"Últimamente, nos estamos dando cuenta de cómo va cambiando toda la dinámica marina. Se va quitando la arena de un sitio y se pone en otra. También el alga invasora, que algunas veces favorece y otras dificulta. Favorece porque oculta el patrimonio", señala Gallero. Nada queda ajeno a los piratas modernos o incluso a buceadores recreativos que observan con fascinación los restos de nuestra historia.
Antes de ir a por estos materiales subacuáticos hay que tener toda una logística preparada. Todo está muy tasado y más después de los sonoros expolios que ha sufrido nuestro país. "Estas empresas se cubren de un aura de exploración submarina, pero lo que acaba en algunos casos es en actos ilícitos de expolio. No solo hablamos de legislación nacional, sino internacional. Aunque sea simplemente tocar algo, lo que estás haciendo es alterar un contexto, alterar el estado de un bien patrimonial", explica Felipe Cerezo. "La mayoría de los casos los restos expoliados acaban en subastas y mercado negro. En el mejor de los casos acaban en manos de las autoridades", sentencia Gallero.
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¿Cómo fueron aquellas excavaciones marinas incipientes? Se lo hemos preguntado a Manuel Martín Bueno, uno de los pioneros en arqueología subacuática de nuestro país. "En primer lugar, lo que necesitábamos era convencer a los arqueólogos en general de que lo que hacíamos también era arqueología e importante para la construcción de la historia", señala el doctor.
"Recuerdo en la isla de Cerdeña estar excavando el primero pecio medieval de la Corona de Aragón del Mediterráneo y tener que negociador con geólogos italianos porque estaba todo lleno de posidonias", recuerda el profesor con emoción. Sobre los llamados "piratas", en su paso por el Ministerio de Cultura como subdirector general de Arqueología y Etnografía, el experto dice que los tuvo literalmente en su despacho. "Unas veces ofreciendo, otras amenazando, otras diciendo "mire usted, yo soy amigo de" y cuando te dicen que son amigos de una testa coronada es todo muy complicado", explica finalmente.
Alejandro Becerra
Redactor de 'Hora 25' desde octubre de 2020....