La vida rima consigo misma

Madrid

Según van pasando los años, la vida rima con nosotros mismos, a veces en asonante, con el eco de recuerdos lejanos, y a veces en consonante, con casualidades muy rotundas. Estaba el domingo en el Santiago Bernabéu viendo el partido del Real Madrid cuando me llamaron por teléfono para avisarme de la muerte de Javier Marías. Digo que la vida rima porque Javier era muy madridista y en nuestras conversaciones literarias se había mezclado con frecuencia el fútbol, sobre el que opinaba con su inteligente y antojadiza manera de entenderlo todo.

Que la vida rima consigo misma lo sentí también hace unos días en Nápoles. Estaba yo en la Biblioteca Cervantes, que allí está dedicada a Rafael Alberti, cuando se acercó una señora a regalarme El Miajón de los Castúos de Luis Chamizo. Era la nieta del que fue llamado poeta-pastor. Y mientras hablaba recordé que Antonio Machado y José Moreno Villa tuvieron que pelear mucho para que se le concediera en 1924 el Premio Nacional de Poesía a Marinero en Tierra, primer libro de Rafael Alberti, porque otra parte más tradicionalista del jurado defendió con fuerza al poeta-pastor.

Pasan los años, pasa la vida y los días de hoy riman con el pasado. Si no fuese así, estaríamos vacíos. Es importante que la vida rime en nuestras ideas, ya sean familiares, políticas o literarias. Javier Marías le dedicó sus últimos libros a Carmen López Mercader para que siguiese hablándole al oído. Las novelas de Javier siguen hablándonos al oído, nos hablarán al oído, porque la vida rima, bajo las tristezas de los goles del equipo contrario, bajo las alegrías de los goles de nuestro equipo.