La iglesia belga da un paso hacia adelante en el reconocimiento de las parejas homosexuales. No quieren llamarle ceremonia y rechazan también que se trate de un rito, como ocurre con el matrimonio heterosexual. “No se trata de ninguna bendición de una pareja gay, se trata de una plegaria que no se parece en nada a una ceremonia de casamiento, pero da la posibilidad de rezar en grupo y de rezar por la pareja”, afirma el padre Tommy Scholtes, portavoz francófono de los obispos belgas. Un rezo colectivo que, según anuncia, hace algunos meses que se ha empezado a practicar en las diócesis francófonas de Lieja y de Tournai, lo que extiende la iniciativa más allá de la Bélgica flamenca. Scholtes insiste mucho en que son conscientes de los límites en los que se mueven y afirma que no quieren traspasarlos. En declaraciones a la Cadena SER, Scholtes admite que antes de estructurar y hacer pública su iniciativa han mantenido contactos con el Vaticano, pero rechaza hablar de ellos. Para él, lo importante es que se entienda bien que la iglesia belga «no casa a homosexuales» sino que admite en su sede «plegarias de grupo» para quienes desean ser acogidos como pareja. Una opción que justifican en unas palabras del Papa Francisco con las que, oficial o extra oficialmente, la iglesia abrió el debate sobre la homosexualidad. «Dios es padre y no discrimina a ninguno de sus hijos», dijo el Pontífice en unas declaraciones en mayo de este año como respuesta a una carta de un sacerdote americano. El padre Scholtes cita también una encíclica, la Amoris Laëtitia en sus puntos 251 y 252 para garantizar a quienes puedan escandalizarse de que su decisión está perfectamente cubierta por la Iglesia y aunque su portavoz en Bélgica considera legítimo el debate, defiende estas «plegarias colectivas» como un gesto contra la discriminación. Serán plegarias sin cura. De grupos de amigos de las parejas homosexuales que así lo pidan. Un primer paso hacia la normalización católica de quienes «son sinceros y se sienten atraídos por otra persona de su mismo sexo». Un gesto cristiano que la iglesia flamenca medita desde 2018, cuando colectivos de homosexuales iniciaron una reflexión y muchos contactos con el arzobispado pidiendo poder celebrar en su fe y en su iglesia su consolidación como pareja.