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Agapito Mendoza, farero en "el fin del mundo": "Es un tópico, en el faro de Fisterra nunca me sentí solo"

Durante 25 años, la "casa" de Agapito Mendoza fue el faro más occidental de la Europa continental: "Los vientos son más suaves, el tiempo ha cambiado en la Costa da Morte"

'La Ventana' viaja hasta el fin del mundo

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Madrid

Carles Francino y el equipo de 'La Ventana' ha querido abrir la temporada de exteriores en "el fin del mundo". Fisterra es el límite de lo desconocido. También la salvación para los barcos que antaño buscaban desesperadamente tierra firme ante las inclemencias de la Costa da Morte. Ese sentimiento, esa luz de esperanza marinera se materializa en un faro a 138 metros sobre el nivel del mar.

Este salvavidas en tierra es uno de los monumentos más visitados de Galicia. También otro final alternativo a la Plaza do Obradoiro hacia donde se dirigen todos los peregrinos del Camino de Santiago. Ahora cerrado, el faro espera un nuevo destino. En Galicia hay unos 35 faros, pero el de Fisterra, además del más icónico, fue la casa, durante 25 años de Agapito Mendoza.

"Desde que me jubilé no he vuelto a venir", se lamenta el farero no sin cierta nostalgia. Al estar automatizado ya no queda personal en el edificio. Tanto es así que, apenado, comenta que hasta "el mantenimiento se hace desde A Coruña". La tecnología ha evolucionado y el tiempo en la costa más temida de la península también. "No tiene nada que ver con los temporales de hace 30 años, que venían de la nada", recuerda.

Además de las mejoras en las previsiones meteorológicas, para Agapito "los vientos son más suaves que antes". Y es que "este faro emblemático", fue de los primeros en España de primera orden. Además de velar por la seguridad de los cargueros, por su ubicación "los nuevos equipos de navegación se probaban en Fisterra", apunta el farero no sin recalcar la meteorología adversa del litoral.

La soledad, "un tópico"

Cuando se levantaba la niebla, la luz daba paso a un estruendo. La señal sonora, que "se escuchaba a 13 millas", servía "para orientar en días complicados". También para mantener vivo el oficio del farero. "Era una de nuestras funciones, la sirena era manual y de aire comprimido", recuerda. Cuando dejó de funcionar la que fue la última señal activa en España, "la Autoridad Portuaria prescindió de ella, ya que habían eclosionado las nuevas tecnologías", explica Agapito.

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El faro de Fisterra es único por su ubicación como por su leyenda y particularidad lumínica. "Es un destello cada 15 segundos. Si nos alejamos solo vemos un punto y se ve a 31 millas", explica orgulloso. Frente a la idea de que la vida del farero es solitaria, Agapito lo niega con rotundidad. "Es un tópico, desde que soy técnico de señales marítimas nunca me sentí solo", comenta.

Y es que el gallego considera que en épocas anteriores sí lo era. "Había islotes donde vivía gente", comenta sin argumentar un hecho lógico, la lejanía respecto a la tierra continental. "Yo estuve en la isla de Sálvora enseñando el funcionamiento de un faro de petróleo. Esa isla estaba cerca de tierra y tenía menos peligro", recuerda.

"Solo tuve que abandonar el faro una vez"

Agapito siempre se mantuvo fiel a aquella estructura, a excepción de una tragedia. "Solo tuve que abandonar el faro una vez", rememora. Fue con el embarrancamiento del buque Casón, que naufragó con mil toneladas de químicos en 1987. "Estaba en Villano con mis dos hijas y mi mujer, vivía allí con ellas, y nos obligaron a abandonar el faro". Como curiosidad, Agapito comenta que al emitir señales y no recibirlas "se enteraba de los naufragios como todo el mundo".

Fisterre siempre ha sido una tierra fructífera para Jesús Picallo. Actualmente es vicepresidente de Cluster Turismo y presidente de Solpor, la asociación de empresarios de turismo del camino de Santiago. Pero en sus comienzos era quien "venía con la furgoneta martes y viernes y cambiaba las películas de los vecinos".

Tras invertir en videoclubs y en el sector de la telefonía móvil, Picallo encontró un faro económico . "El turismo de faro es experiencial, tiene un cliente distinto y multicultural", alega. Picallo regenta dos faros reconvertidos en hoteles, el Semáforo de Fisterra y el faro de Lariño. "Cuántas vidas habrán salvado", se pregunta.

Lugares protegidos

Sobre su explotación comenta que son monumentos "muy protegidos" por parte de todas las administraciones. "Después de muchas inversiones conseguimos esa inversión a 25 o 30 años", recuerda, aunque la situación geográfica dificulta la llegada de los suministros. "Además el Consejo de Ministros tarda entre 5 o 6 años para conceder la concesión", detalla

Este caso representa "cómo somos en la Costa da Morte", explica Fran Hermida. El delegado de la SER en Radio Nordés matiza la importancia que supone a la población gallega la reapertura del faro . "Es el segundo lugar de Galicia más visitado después de la Catedral de Santiago", despunta. Entre tantos naufragios, como el del Blas de Lezo o los mercantes griegos hay infinidad de historias ocultas. "Esto lo coge Hollywood y hace películas todos los años", culmina.

 
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