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El mejor y más completo reparto de la historia del cine español

Hoy se cumplen 40 años del estreno de La colmena, ganadora de el Oso de oro en el Festival de Berlín en 1983.

Cartel de La colmena, la adpatación cinematográfica de la novela de Camilo José Cela, dirigida por Mario Camus.

La colmena es una de las grandes novelas españolas del siglo pasado. Camilo José Cela la escribió durante la segunda mitad de los años 40 pero no pudo editarse hasta 1951 y en Buenos Aires, ya que la censura la había prohibido en España. Finalmente, por intercesión de Manuel Fraga, que por entonces era secretario general del Instituto de Cultura Hispánica, pudo editarse en nuestro país en 1955. La colmena no sigue la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace. No hay un argumento preciso ni un héroe que tenga que resolver un conflicto, sino una serie de personajes que nos muestran algunas pinceladas de sus vidas a través de historias entrecruzadas. “No hay mensaje de ninguna clase. Es un reflejo de un momento histórico determinado en un ámbito geográfico determinado. En este caso, Madrid en el año cuarenta y tantos”, explicaba el propio Camilo José Cela. El autor dibuja con ella un fresco de los primeros años de la posguerra española. Unos años llenos de oscurantismo y represión, de futuro incierto. Unos años llenos de hambre y miseria.

Paco Rabal es un escritor que preside una tertulia de poetas en un café. José Luis López Vázquez sobrevive como puede a base de trapicheos y engaños. Ana Belén intenta conseguir dinero como sea para pagar el tratamiento de su novio tísico, Imanol Arias y Emilio Gutiérrez Caba y Victoria Abril son una pareja de novios que busca un lugar donde consumar su relación. Y así hasta una cincuentena de personajes que no parecen tener otro objetivo en la vida que sobrevivir día a día.

El productor y guionista José Luis Dibildos pasó dos años escribiendo el guion con ayuda del secretario de Cela. Adaptar la novela no era tarea fácil ya que hay más de 300 personajes que en la película quedan reducidos a 55. El escritor dijo estar bastante satisfecho con la adaptación aunque tenía algunas dudas. “A veces tengo dudas de que una persona que no haya leído antes el libro pueda entender la versión cinematográfica”, decía. Dibildos también redujo el número de escenarios a tres principales: El café de doña Rosa, donde se reúnen varios de los personajes, incluyendo la tertulia de poetas siempre a la caza de un primo que pague los cafés; la pensión de doña Matilde, donde viven varios de los protagonistas y, por último, el burdel de doña Jesusa, donde acuden los clientes, pero también pobres desgraciados, como el escritor al que da vida José Sacristán que solo buscan una cama gratis donde pasar la noche. Dibildos inyectó bastantes dosis de humor a la historia, dosis que suavizan un poco la amargura que transmite toda la película.

Paco Rabal y José Sacristán en una escena de La colmena, la adpatación cinematográfica de la novela de Camilo José Cela que dirigió Mario Camus.

El productor encargó la dirección de la película a Mario Camus, un realizador que ya había demostrado su buena mano para las adaptaciones literarias con películas basadas en obras de Calderón de la Barca, Ignacio Aldecoa o la Fortunata y Jacinta de Galdós que rodó para televisión. El director consiguió reunir para la película el que algunos han calificado como el mejor y más completo reparto de la historia de nuestro cine. Por La colmena desfilan los mejores actores españoles de aquellos años: Paco Rabal, José Sacristán, Charo López, José Luis López Vázquez, Ana Belén, Victoria Abril, Saza, Agustín González, María Luisa Ponte, José Bódalo, Antonio Resines, Concha Velasco… Y así podíamos seguir un rato ya que la lista es interminable. “Para trabajar bien con los actores hay que elegirlos bien, como decía John Ford. Una vez que los eliges bien es un problema de convivencia, de hablar y tratar, sobre todo, de rodearlos de un ambiente agradable, donde ellos se puedan manifestar como quieren y que puedan dar el máximo”, explicaba el director.

Que todos los actores fueran de primera línea era necesario ya que al ser tantos los personajes que intervienen en la película el espectador los identifica rápidamente y la trama no se convierte de esta forma en una maraña de personajes confundibles. Todos los intérpretes aceptaron de buena gana la premisa de tratarse de una película coral donde ninguno iba a destacar más que otro. También hay algunos cameos muy divertidos. El político Antonio de Senillosa da vida a un tertuliano. El dibujante Antonio Mingote a un señor que se encuentra a un vecino en el prostíbulo. Y el propio Camilo José Cela interpreta un personaje que no aparecía en la novela, pero que está extraído de un cuento del escritor y que es un inventor de palabras. “Es un personajito de nada. Muy mal actor tendría que ser si para decir cuatro palabras seguidas hubiera tenido que repetir varias tomas. Lo mejor hubiera sido que me mandaran a hacer recados, ¿no?”, bromeaba el propio autor.

Luis Escobar y Camilo José Cela en una escena de La colmena.

La colmena inauguró en España lo que a partir de entonces se iba a convertir en algo habitual: el sistema de coproducción con las televisiones. “Inauguró la colaboración entre la televisión estatal y la industria privada de cine. Es un sistema gracias al cual se han hecho las mejores películas europeas de los últimos años. La colmena es la punta de lanza en España, pero no es una serie de televisión. Es una película, un largometraje que será explotado cinematográficamente y con posterioridad habrá un estreno especial en Televisión Española”, afirmaba José Luis Dibildos.

La película fue un gran éxito de crítica y público, con casi millón y medio de espectadores en nuestro país. Además ganó el Oso de Oro al mejor film en el festival de cine de Berlín en 1983 donde el clamor del público que asistió a su proyección hizo que el jurado rectificara el palmarés que ya tenía decidido para premiar a la película española. “El público es igual en todas partes”, contaba Mario Camus. “En La colmena se narra la historia de unas personas en una posguerra. En Alemania también habían tenido una posguerra y todo lo que se contaba en la película lo podían entender. Las personas hablan diferentes idiomas, pero tienen las mismas pasiones, los mismos amores y sentimientos. Es otro idioma, pero no varía mucho”.

40 años después de su estreno la película no ha perdido ni un ápice de sus valores, ni como obra artística e interpretativa, ni como reflejo de aquel periodo de la historia de nuestro país. Un periodo que en estos tiempos de crisis es conveniente revisar de vez en cuando porque nos demuestra algo que a veces olvidamos, que las personas somos capaces siempre de adaptarnos y de sobrevivir en las situaciones más difíciles.

 
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