Bielorrusia no quiere entrar en la guerra de Ucrania
La hipotética entrada del régimen de Lukashenko en el conflicto solo frenaría los avances ucranianos en el sur del país
Bielorrusia no quiere entrar en la guerra de Ucrania
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Madrid
El reciente ataque al puente Kerch, que conecta la península de Crimea anexionada unilateralmente por el Kremlin en 2014 con el resto del territorio ruso, ha motivado una escalada en la tensión entre el régimen de Bielorrusia, cercano a Putin, y Ucrania. El líder autoritario bielorruso Alexandr Lukashenko ha asegurado que está dispuesto a entrar en la guerra de Ucrania en favor de Moscú, “pero lo ha hecho a regañadientes”, explica la analista de El Orden Mundial Alba Leiva.
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A pesar de que Lukashenko haya amenazado con una respuesta contundente a Kiev si se atreve “a poner sus sucias manos sobre Bielorrusia”, Minsk no quiere participar directamente en el conflicto. El propio Lukashenko ha asegurado que la única misión de los 100.000 soldados, que ha prometido desplegar junto a efectivos rusos en localizaciones todavía indeterminadas de la frontera bielorruso-ucraniana, pasa únicamente por vigilar la linde. Solo habría una ofensiva bielorrusa si Ucrania les atacara primero. Este despliegue, “evidentemente es un movimiento forzado por el Kremlin” denuncia Leiva, porque Rusia es el principal socio comercial de Bielorrusia y ambos gobiernos tienen una profunda cercanía política.
Los 100.000 soldados equivalen al doble de efectivos con los que cuenta el ejército regular bielorruso: “Es muy probable que necesiten llamar a filas a muchos reservistas”, indica la analista. Aunque pueda parecer lo contrario, la hipotética entrada en liza del régimen de Lukashenko en dónde el Ejército tiene una muy marcada presencia en la sociedad no tendría un impacto importante en el transcurso de la guerra. Cuenta Leiva que como mucho podría frenar los avances ucranianos en el sur del país porque les abriría un nuevo frente en el norte y esto les obligaría a dividir tropas.
El impacto reducido de una participación de Minsk en la contienda se debe a que las tropas bielorrusas “ni son muy numerosas ni tienen demasiada experiencia y se estaría mandando a la guerra a muchos hombres que no quieren participar en ella”, asegura. Bielorrusia no tiene nada que ganar en esta guerra y “en la sociedad bielorrusa se tiende a ver a Ucrania como a un país hermano”, incide.
El referéndum que dio el poder a Lukashenko
Cabe destacar que Bielorrusia es un país muy inestable políticamente, que vivió en 2020 un referéndum para acabar con el mando autocrático de Lukashenko en el que miles de personas tomaron las calles y fueron duramente reprimidas por las fuerzas del orden. La líder de la oposición acabó exiliada y Putin colaboró estrechamente con Lukashenko para mantenerlo en el poder, tras ganar el referéndum de manera muy poco creíble. Los cerca de 6000 efectivos de las Fuerzas de operaciones especiales que participaron con la policía en esa represión de las protestas anti-Lukashenko son los únicos militares que cuentan con verdadera experiencia en combate.
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Aún así, para el régimen de Lukashenko, Kiev está conspirando contra su país después de haber atacado, dicen, el puente de Crimea que ellos consideran territorio soberano ruso. El presidente ucraniano Volodimir Zelenski tiene bastante claro que este movimiento de tropas es un movimiento forzado por Rusia porque asegura que no tiene ninguna intención de atacar a Minsk pero ha pedido el despliegue disuasorio de tropas al G-7 para evitar una nueva ofensiva desde Bielorrusia. De hecho, Leiva alerta: “Es muy probable que lo que estén organizando Putin y Lukashenko en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania sea un atentado de falsa bandera que justifique un ataque bielorruso, por eso Zelenski se ha dado tanta prisa en negar que vayan a atacar a Minsk y en pedir despliegues de tropas allí al G7”. Es muy importante destacar que Rusia invadió el norte de Ucrania utilizando precisamente las fronteras bielorrusas como trampolín en febrero de este año.
Bielorrusia es uno de los escasos socios que aún conserva Rusia pero Minsk depende en gran medida del gigante ruso. Moscú ofrece a Lukashenko gas y petróleo a precios muy por debajo de los de mercado. La economía y la industria bielorrusa giran principalmente alrededor de los productos derivados del petróleo, como la gasolina, y el régimen también funciona como intermediario gasista con Europa haciendo llegar gas ruso a través de conductos como el Yamal-Europe que atraviesa su territorio. Esta situación, asegura Leiva, “obliga a Lukashenko a ceder ante el Kremlin porque el bienestar y el poder calentar a su población durante el invierno dependen de Rusia”.