A vivir que son dos díasLa píldora de Leila Guerriero
Opinión

El futuro en el aire

"Amar es pensar y yo pensaba. Asombrada, tristísima y feliz, atada a un mástil pero atenta a esa canción enloquecida. Desde el principio supe que, si no lo dejaba desplegarse, sería sencillo ejercer dominación, romperlo, aniquilar. Supe, también, que no iba a detenerme. "

El futuro en el aire

El futuro en el aire

04:12

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1669633163044/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>

Buenos Aires

Todo estaba bien. Mi padre estaba bien, mis hermanos estaban bien, las gatas estaban bien. Estaban bien los cactus y los armarios repletos de ropa limpia. El hombre con quien vivo estaba bien. Pero yo estaba ajena a todo. Entraba en los días trepando las escaleras del aire. Despertaba a las seis, frondosa, embelesada. Con todo eso dentro de mí. Eso que no había nacido para combatir ni para ser combatido. Una tormenta que no supe ver. Un planeta que me embistió de costado. También había tristeza; era una voracidad que no se saciaba, que no estaba hecha para existir porque no le pertenecía a nadie. Una vida brutal que podía durar hasta la muerte. Yo pensaba. Amar es pensar y yo pensaba. Asombrada, tristísima y feliz, atada a un mástil pero atenta a esa canción enloquecida. Desde el principio supe que, si no lo dejaba desplegarse, sería sencillo ejercer dominación, romperlo, aniquilar. Supe, también, que no iba a detenerme. Así que solté las riendas. Me sentía curiosa. Usaba palabras nuevas, vacías de peligro y sin oscuridad, aunque todo eso era un peligro luminoso. Estaba más alta, más pura. Me rozaban hasta las hojas de árboles lejanos. Era la vida elevada, una supremacía imperdonable. Hubiera podido cesar pero no quise, aun cuando eso no tenía destino salvo el de estar dentro de mí. A veces me resistía a seguir, y entonces me retenía un poco, me frenaba un poco, me reprimía un poco, pero lo hacía sólo por las formas, por obedecer a mi instinto de preservación, por ejercer cuidados mínimos. La gente me hablaba y yo escuchaba mucho y también apenas. El tiempo se había tornado humano, tenía mi misma dimensión y, sin embargo, esa inmensidad me atravesaba la garganta a toda hora, como un estambre de acero. Me volví tímida, pudorosa, más pequeña. Me interesaba el agua. Me interesaban los animales. Me interesaban cosas que no me interesaron nunca. A veces pedía misericordia. Y entonces veía mis ojos, los ojos de pensar en eso, y todo volvía a comenzar. Volaba alto. Me mantenía en el aire. Porque en la tierra no había futuro y en el aire sí.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00