Vox quiere extremar la polarización con gritos, insultos y mentiras

Casi, casi la Selección Española de fútbol suma su segunda victoria ante la siempre temida Alemania en el Mundial de Qatar. Quedó en empate, pero como dicen los expertos, el equipo dejó muy buenas sensaciones. Y la mejor es que es una selección sin complejos. Descaradamente joven, descaradamente natural, ellos no saben que Alemania había sido siempre el coco, que contra este tipo de selecciones, la nuestra no podía ganar, no era el orden establecido. Afortunadamente, este orden se lo empezó a saltar la selección que ganó la Eurocopa en 2008, y estos, que son sus herederos, ya no se creen peores que nadie. Y esto se nota. Ver jugar a este equipo divierte y emociona, con la dosis justa de sufrimiento, que esto es fútbol y parece que siempre hay que sufrir. Así que empezamos el lunes con ese casi en la boca y con ganas ya de que llegue el siguiente partido que va a certificar, no lo duden, el paso a octavos.

No ha sido tan emocionante seguir la actualidad política este fin de semana. Bueno, para el PSOE , quizás sí. Pedro Sánchez ha rubricado su buena semana, tras la aprobación de los Presupuestos, la tramitación del delito de sedición y el impuesto a la banca y las eléctricas, con su nombramiento como presidente de la internacional socialista, lo que refuerza todavía más el perfil internacional del presidente y con el reto de relanzar la socialdemocracia en Europa.

Al otro lado, el contraste, la pugna entre PP y VOX, a ver quién capitaliza más y mejor el malestar de los suyos por algunas de las iniciativas del Ejecutivo, como la reforma de la sedición. El PP, en un acto, con Feijóo arropado por Ayuso. Ya no hay duda de que el presidente del PP le compra el discurso a la presidenta madrileña y se nota en el endurecimiento de los argumentos contra el gobierno de Sánchez.

Y la ultraderecha, sacando a los suyos a la calle, donde insultan de la misma manera que lo hacen en el Congreso de los Diputados, remarcando lo que les distingue del PP e intentando llevarse el gato al agua en la pugna entre los dos para ser quien lidere la oposición. Vox quiere recuperar el terreno perdido en las encuestas y el procedimiento está bien claro, recuperar el protagonismo a base de gritos, insultos, mentiras. Extremar la polarización hasta que lleguen las elecciones. Y frente a su estrategia, perfectamente clara y reconocible, las dudas del resto de fuerzas democráticas que nunca acordaron cómo se hacía frente a este fenómeno. Lo que parece claro es que el silencio y el dejar hacer no puede ser la respuesta, porque ellos cada vez gritan más para combatir su aparente debilidad demoscópica y esto les convierte, todavía, en más peligrosos.