"Hay personas con un activismo muy considerable que buscan placer en la provocación": radiografía de la polarización en la conversación pública

Un estudio de Más Democracia y Llorente y Cuenca demuestra que la polarización se ha disparado en España un 35% en los últimos cinco años. Y más allá de los datos, el clima de crispación de la conversación pública es evidente por los últimos episodios vividos en el Congreso de los Diputados. Una de las perspectivas innovadoras que ofrece este informe es que esa polarización es «adictiva». En Hora 25 hemos hablado con los coautores del estudio, Joan Navarro, sociólogo y vicepresidente de Asuntos Públicos de Llorente y Cuenca y Mariano Sigman, neurocientífico. «La polarización genera adicción y las cosas adictivas, cuando las consumes, lo que ocurre es que quieres más de ello. Cuando ves el mundo a través del enfado, buscas más enfado, cuando lo ves a través de la risa, buscas más risa. Eso es la polarización afectiva. Es muy difícil salir de ese estado», explica Sigman. La polarización afectiva es precisamente eso: quieres a quien piensa como tú y odias a quien no piensa como tú. «Hemos estudiado de golpe 600 millones de tuits. Lo más significativo es que hay cada vez más adicción. No solamente es que haya más volumen de tuits incendiarios, es que hay personas que con un activismo muy considerable que buscan placer en la provocación, en el insulto, en buscar el nicho donde colocar una frase más gruesa que la anterior», señala por su parte Navarro. «Parte del problema es que se expresa en tercera persona. Es como cuando hay una gresca en el fútbol y viene uno que echa más leña al fuego. Esto mismo ocurre en ambientes polarizados», añade Sigman. Los coautores del informe afirman que de la polarización «se puede salir». «No solamente estás polarizando cuando estás en el debate, es que el resto de temas los ves cada vez más polarizados, lo ves todo más irritado», dice Navarro. «La polarización resulta en estados emocionales muy conglomerados, como la dopamina. La dopamina es aquello que eventualmente nos pone en movimiento. La polarización tiene dos componentes: pierde grises porque ves todo en blanco y negro; y que cada vez necesitas más para producir la misma sensación. Todo eso genera una euforia negativa y de esa experiencia necesitas el doble», apunta Sigman. Porque, explican los dos expertos, esto es como una droga: cuanto más lo consumes, más quieres. Ese es el ciclo de la adicción. ¿Hay temas que polarizan? Lo cierto es que sí. El tema del aborto fue un ítem muy polarizador en Estados Unidos. En España el feminismo o la inmigración generan temas de conversación muy abultados. «Nos llamó mucho la atención que el feminismo genera un nivel muy alto de conversación, pero bajo de polarización y, sin embargo, la inmigración tiene un nivel muy alto de conversación y de polarización», dice Navarro. «Hay una noción que es el absolutismo moral. Todos los problemas, si quieres hablar de ello, quizá hay que pararse en ellos y pensar en todos sus matices morales e ideológicos. Es simple y perezoso quedarse con una posición resumida, que realmente es una posición tribal que se comparte con un grupo», sentencia Sigman.

"Hay personas con un activismo muy considerable que buscan placer en la provocación": radiografía de la polarización en la conversación pública

Analizamos junto a Joan Navarro, sociólogo y Mariano Sigman, neurocientífico, cómo la polarización se ha convertido en una adicción

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