La conversión de Francisco de Borja
Nació en Gandía (Valencia) el 28 de octubre de 1510 y entró muy joven al servicio de la corte de España. Hijo del III duque de Gandía y bisnieto del papa Alejandro VI, creció en Zaragoza y a los doce años lo enviaron como paje a Tordesillas
Desde 1528 estuvo en Valladolid con Carlos V y pronto adquirió las simpatías de la emperatriz Isabel, hasta el punto de nombrarle marqués de Lombay y de casarle con una de sus damas (camarera mayor de palacio), la portuguesa Leonor de Castro, con quien tuvo ocho hijos. En mayo de 1538 moría la emperatriz Isabel a la edad de 35 años y quedó profundamente impresionado por el cadáver y por la oración pronunciada por san Juan de Ávila durante el funeral. A partir de ese momento inició un camino de conversión y de mayor acercamiento a la vida evangélica. Se dedicó al estudio de la teología, obteniendo el doctorado, lo que no fue óbice para que fuera nombrado virrey de Cataluña.
Pero tras la muerte de su esposa Leonor, alguien como él que lo tenía todo decidió dejarlo todo (títulos, poder y dinero) para ponerse bajo la dirección espiritual de los padres jesuitas. El 1 de febrero de 1548 hizo sus votos solemnes e ingresó en la Compañía de Jesús. En 1550 llegó a Roma y allí recibió la ordenación sacerdotal y se convirtió en uno de los principales colaboradores de san Ignacio de Loyola. El 26 de mayo de 1551 celebró su primera misa pública en Vergara (Guipúzcoa) y en 1565 lo nombraron «Vicario General» y el 2 de julio de 1565 fue elegido Superior General de la Compañía de Jesús, sucediendo a Diego Laínez. Fundó más de una veintena de colegios en España (a él se le debe la fundación del primer colegio jesuita en Europa, en su tierra natal de Gandía), construyó en Roma la iglesia de San Andrés en el Quirinale, impulsó el noviciado y el Colegio Romano, puso las bases para la construcción del Gesù y logró que la Compañía se expandiera por distintos continentes, como la India, Brasil y Japón, entre otras acciones.
Dos días antes de morir expresó su deseo de volver al santuario de Loreto. Su fallecimiento se produjo en Roma en 1572, a los 61 años de edad. Francisco de Borja fue beatificado en 1624 por el papa Urbano VIII y canonizado el 20 de junio de 1671 por el papa Clemente X, aunque aquellos que lo conocieron en vida ya lo tenían como un verdadero santo.