En un escenario sencillo, sin instrumentos, solo una base de piano y unos flecos dorados de fondo, pasadas las 21:30 horas irrumpió Rigoberta Bandini con sus bailarinas y comenzó a cantar al ritmo del que fue su primer éxito, In Spain we call it soledad, con una energía que no terminó hasta aproximadamente una hora y media después. Era la segunda vez que actuaba en el Wizink Center de Madrid este año y las 10.000 personas que se concentraron allí saltaron y se dejaron la voz con éxitos como Ay mamá, A ver qué pasa, Así Bailaba, Julio Iglesias o Canciones de amor a ti. Entre canción y canción, apenas una frase entre medias, con un ritmo tan trepidante como su carrera, que ha ido salpicando de éxitos durante los dos últimos años. Del pasado al presente pasó por temas como The Fuck Fuck Fuck Poem de sus comienzos a Tú y yo, una de las canciones de su disco recién publicado. Una de las muchas que dedica a su pareja y su hijo. Los ricos juegos de voces son los protagonistas frente a la monotonía de las bases electrónicas de las que en algunas ocasiones se abusa. Hubo un momento en el que sus bailarinas se tiraron al suelo en cuatro patas y empezaron a ladrar hasta que Bandini preguntó, poniendo al Wizink Center de pie: «¿Quién es una perra?». Y recordó cantando Perra que, mucho antes de que llegara Ay, mamá, ella ya tenía un temazo feminista universal. Para la canción con la que casi le lleva a Eurovisión, se acompañó del Coro de Jóvenes de Madrid, que hizo aún más grande ese himno. Como ya es tradición, se vistió como en el Benidorm Fest y, en el momento justo, se abrió la camisa. Cuando terminó la canción, bromeó con los niños: «Ay, que sigo en tetas, ya decía yo por qué no me miraban a la cara». Rigoberta Bandini demostró durante todo el concierto que es una diva auténtica a la que la naturalidad le empodera. El equilibrio perfecto para una de las mejores frontwoman actuales. Una de las mejores cosas de los conciertos de Rigoberta Bandini es el amplio abanico de edades entre el público. Desde gente mayor (¡con muletas incluso!) a niños. Hijas con sus madres, grupos de amigas y más hombres de los que hace unos años se podría haber soñado escuchando canciones que hablan de maternidad, feminismo y, sí, también de drogas. Sara, una pequeña de 10 años, fue una de las protagonistas de la noche. «Eres mi cantante favorita, he hecho un viaje de tres horas con mi familia para verte», decía una pancarta que llevaba y que leyó Rigoberta que rápidamente la subió al escenario. Su abrazo fue uno de los momentos más emotivos de la noche, y eso que iba cargada de emociones. Rigoberta Bandini clausuró el concierto de todas las maneras posibles. Primero se puso su corona e invitó de nuevo al escenario al Coro Joven de Madrid para cantar La emperatriz. Después, haciendo un homenaje a su etapa como dobladora del personaje Caillou, interpretó la canción de la serie infantil para después «agradecerle» al público, a su manera, que haya acudido al antiguo Palacio de los Deportes. «Os podría dar las gracias con 14 Wizinks más pero, en vez de eso, he preparado un popurrí de canciones de amor», y así empezaron cuatro minutos de un popurrí que incluyó temas míticos de artistas como Rocío Jurado, Rosalía o Sergio Dalma. Dejó para casi el final una de las sorpresas de la noche, la aparición de Alizzz en el escenario para cantar con ella Amanecer. Cuando parecía que el espectáculo había terminado, empezaron a sonar las notas de Too many drugs, una de sus primeras canciones. Lo que empezó con una canción normal acabó con el escenario lleno de bailarines disfrazados de vegetales que corrían de una esquina a otra. No había una explicación clara pero era más divertido que cada uno sacara su concusión de lo que estaba ocurriendo. «Me voy, sigo el camino y con mi ego ya veré cómo lo haré», canta en ese tema. Una despedida perfecta para un parón que llegará tras el concierto de Pamplona de dentro de unos días. Después aparcará la corona y miles de personas esperarán a que vuelva su emperatriz.