El Tribunal Constitucional es a la vida política lo que el VAR al fútbol

Madrid

He intentado leerme el recurso del PP ante el Constitucional. No he sido capaz. Me he quedado en la parte que dice: "Sentado que no cabe acudir a la norma especial prevista por la Resolución de la Presidencia de 12 de enero de 1983, lo cierto es que, atendiendo a la norma general prevista por el artículo 31.2 del Reglamento del Congreso, entienden los Diputados firmantes que tampoco procedía la interposición de reconsideración ante la Mesa de la Comisión de Justicia, encontrándose dicha posibilidad reservada a aquellas actuaciones de la Mesa del Congreso en aplicación de los apartados 4º y 5º del artículo 31.1". Ahí me ha dado un mareo y he tenido que dejarlo.

A los que venimos del fracaso escolar, tarde o temprano nos acaba pasando factura el haber dedicado más tiempo a jugar al fútbol en algún descampado que a estudiar este tipo de asuntos que entiende perfectamente cualquier chaval que haya aprobado Selectividad. Yo, a lo más que llego, es a ver esta crisis con la mirada del descampado: para mí el Tribunal Constitucional es a la vida política lo que el VAR al fútbol. Y desde esta perspectiva, parece más sensato, como hace el VAR, dejar acabar la jugada y después emitir un veredicto sobre si ha sido o no legal que interrumpirla antes de que concluya.

Si el Gobierno se estaba metiendo en fuera de juego, el Tribunal Constitucional podría haber esperado a que la acción terminara y haber actuado a continuación, como ha hecho en otras ocasiones. En esta, sin embargo, ha preferido hacer caso a las quejas anticipadas de los jugadores del equipo contrario y parar en seco la internada de Pedro Sánchez por la banda en lugar de dejarle chutar para trazar líneas luego y comprobar si su posición era correcta o estaba en outside constitucional.

Es un poco desconcertante que, en algunos casos, el fútbol funcione mejor que la política. A veces, parece incluso más serio. Por ejemplo, ningún aficionado vería con buenos ojos que el VAR lo manejasen por turno árbitros nombrados por el Barça o el Real Madrid. Si en el descampado en el que yo estudié alguien hubiera tenido una idea como esa, se habría pasado el bachillerato chupando banquillo.