El patrón de actuación de la ultraderecha antidemocrática

Dos años y dos días después. 6 de enero de 2021, 8 de enero de 2023, dos ciudades diferentes, Washington y Brasilia, dos expresidentes, Trump y Bolsonaro, que siguieron la misma pauta tras su derrota, no reconocer la victoria del oponente. El resultado, el mismo. Miles de personas asaltando las instituciones, exigiendo la salida del actual presidente al que no consideran legítimo.

El patrón es exactamente el mismo, pero es que hasta llegar al momento del asalto la secuencia ha sido también la misma. Y el origen son las mentiras, llámenlas fake news si quieren, que van esparciendo aquellos que sienten que se les ha usurpado el poder de manera ilegítima y que van calando en una parte de la sociedad cada vez más polarizada, más desinformada. Bolsonaro nunca reconoció la victoria de Lula da Silva en la segunda vuelta de las elecciones, sembró dudas sobre la limpieza de los comicios y al final se fue a Estados Unidos para no tener que protagonizar el solemne traspaso de poderes a su sucesor, Lula da Silva. Si alguien piensa que no pasa nada, ya ven que sí que pasa, pasó en Estados Unidos y ha pasado ahora en Brasil.

Los discursos sobre la falta de legitimidad de las victorias democráticas, los discursos sobre gobiernos ilegítimos, los discursos sobre 'gobiernos okupas' tienen consecuencias, claro que las tienen, y pueden tenerlas en cualquier lugar, en cualquier país. Los discursos plagados de mentiras, alentados a menudo por algunos medios de comunicación y por las redes sociales se convierten en una munición difícil de desactivar. No es necesario que nadie de la orden para un asalto a las instituciones, los ciudadanos que participan en ello dan por hecho que esta es su obligación para salvar a su patria. Los instigadores pueden permanecer tranquilamente en sus casas una vez encendida la mecha. Han tenido que pasar varias horas, para que Bolsonaro, desde Florida, condenara el asalto, y lo hiciera de manera muy tibia.

Así se comportan los que desprecian la democracia, porque esto ni siquiera va de ideología política, va de un absoluto desprecio por las reglas más elementales de la democracia. Y ante estos hechos solo vale la condena, sin titubeos. Cada uno es responsable de lo que dice y de lo que escribe, incluso cada uno es responsable de lo que no dice ante hechos como este. Estados Unidos, Brasil, quién sabe qué país puede ser el próximo si no se combate con decisión el patrón de actuación de la ultraderecha antidemocrática.