Las hegemonías inesperadas
"Hace cuatro años, no sé quién de la familia, le regaló a mi hija, por Reyes, la muñeca probablemente más fea del mundo. Llegó con estatus de Princesa. Tenía corona, zapatos transparentes, pelo azul y blanco. El esplendor duró unas horas, cuando el cabello empezó a caérsele"
Las hegemonías inesperadas
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Galicia
Algunas hegemonías no se ven venir, y es maravilloso. Hace cuatro años, no sé quién de la familia, le regaló a mi hija, por Reyes, la muñeca probablemente más fea del mundo. Llegó con estatus de Princesa. Tenía corona, zapatos transparentes, pelo azul y blanco. El esplendor duró unas horas, cuando el cabello empezó a caérsele y a encresparse, contamos y tenía cuatro dedos en los pies, el grandilocuente vestido se manchó de tarta de chocolate y, lo peor de todo, padecía bocio. Por algún disparate de diseño, el cuello le abultaba tanto como la cabeza: el horror. La aborrecí desde el primer minuto. Para mi desesperación, pasan los años y me la encuentro en todas partes, me siento y está ella debajo, le propongo a Helena jugar a algo, y prefiere a la muñeca. Sugerí, en este tiempo, deshacernos varias veces de ella. En una de esas, por la vía de los hechos consumados, pero mi hija abrió el cubo amarillo en el último minuto, y tuve que contarle la mentira del siglo para explicar qué hacía la muñeca en la basura. Es su juguete más viejo, el que manda sobre todos los demás. Supongo que, en el fondo, le tienen miedo, como yo. Pero esta la magia de la vida, cuando pasa justamente lo imposible, y solo nos queda aceptarlo.