Bárbara Lluch: "La ópera tiene que ser relevante. Si no lo es, es un concierto"
Aimar Bretos entrevista a la directora de escena
Las entrevistas de Aimar | Bárbara Lluch
Madrid
Bárbara Lluch no duda en coger el teléfono cuando lee una crítica de 'La Sonnambula', la ópera que acaba de despedirse del Teatro Real para continuar con su gira. La crítica era buena, pero incluía una reflexión que no compartía sobre su trabajo como directora de escena. Intentó convencer al crítico y esa llamada acabó con un giro de guion: ella declarándose fan y aceptando una sugerencia. A Lluch le apasiona tanto la lírica como el debate y se carga de argumentos para renovar la ópera y lo está consiguiendo. Su fórmula: que la ópera sea más creíble y se adapte a la mentalidad del siglo XXI.
Bárbara Lluch
Bárbara Lluch ha dado pie a un intenso debate en el mundo de la ópera y el revuelo empezó en los ensayos de 'La Sonnambula' en el Teatro Real. Lluch se atrevió a cambiar el final. Cuando contó cuál era su intención, se pararon los ensayos y el director musical le pidió hablar. Esa conversación duró más de dos horas. Ella le veía sentido a que una mujer que había sido humillada por su pareja acabara casándose con él. A él le parecía una apuesta arriesgada interpretar con la mentalidad de hoy un libreto del siglo XIX. "El maestro se llevó tal sorpresa que tuvimos que sacar a los cantantes de la sala y quedarnos nosotros hablando", recuerda Lluch. Acabó convenciéndole. Ella no comprendía el rechazo inicial y puede que pesara en su visión su propia experiencia personal, porque su ex pareja fue condenada por malos tratos y entró en prisión. En resumen, la filosofía se resume así: "La ópera tiene que ser relevante. Si no lo es, es un concierto".
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La renovación de la lírica pasa también por unos intérpretes más centrados en la interpretación: "Un cantante de ópera tiene que respetar la interpretación, al menos, igual que el canto". Los cantantes de ópera jóvenes ya estudian interpretación, algo que no ocurría antes. "Antes, teníamos una generación de cantantes de ópera, como Luciano Pavarotti. Es un dios, pero si le decías: "Muévase, señor Pavarotti, por favor, medio milímetro. Y no se movía", explica Lluch. Ese cambio está estrechamente relacionado con el afán de captar jóvenes espectadores y eso se traslada, según Lluch, en una "vaga idea de que todos tenemos que hacerlo mejor". En definitiva, se busca más credibilidad en las historias que se cuentan.
¿Es muy cara la ópera? Lluch también tiene argumentos para desmontar esa tesis. Se formó en Inglaterra y recuerda que el Royal Opera House, en Londres, había entradas por 600 euros. "En el Teatro Real hay de todo. Puedes encontrar desde entradas por más de 200 euros o por cuarenta euros", aclara Lluch. El precio de una entrada depende de las subvenciones que se reciban, porque el coste de un montaje tiene poco margen para abaratarse. "En ningún otro tipo de arte, nos encontramos con ochenta personas de orquesta, sesenta de coro, dos repartos. Los trajes de ópera tienen normalmente una vida muy larga. Esta producción va a viajar a Tokio, a Palermo y a Barcelona, seguro, y puede que a otras ciudades. Entonces tienen que durar. Por ejemplo, en Japón las tallas son diferentes, o sea, están concebidos ya para abarcar varias tallas durante muchos años. Los decorados también que durar durante muchos años". Ni en danza, ni en teatro hay 100 intérpretes en un escenario. En la ópera, sí. Para conseguir a un público joven no basta con adaptar las obras al presente, es fundamental educar el oído. "Para que te gusten ciertos sonidos tienes que educar al oído en los colegios, en la guardería. Y yo creo que es la única salvación que tiene el mundo de la lírica".
Marisol Rojas
Trabaja en la Cadena Ser desde 2007. Empezó madrugando...