Terremoto

Madrid

Los terremotos son tan antiguos como la Tierra. Y las palabras con las que los nombramos, tanto como las culturas de las que bebimos. Terremoto la tomamos del latín; seísmo o sismo, del griego seismós, sacudida. Terremoto entró ya en el primer diccionario de la RAE, en el siglo XVIII; seísmo y sismo, con maremoto, lo hicieron a mediados del siglo XX. El tsunami tuvo que esperar al siglo XXI.

Es curioso, porque la familia léxica para nombrar la ciencia que estudia los terremotos se creó a partir de la palabra sismo: sismología, sismólogo, sismógrafo... El filólogo Manuel Rodríguez Navas propuso también en su diccionario, a principios del XX, las variantes lógicas seismología, seismólogo o seismógrafo, pero no cuajaron. Y a nadie se le ocurrió intentar colar la palabra terremotología. Pero sí que se consiguió, por la vía de la metáfora, extender los significados de la palabra terremoto, para nombrar cualquier conmoción ocasionada por un suceso grave o inesperado y para referirnos a una persona inquieta o que se mueve mucho. Por eso Alcorcón, aunque no haya vivido un seísmo en su historia, tiene su propia Terremoto.