Mascarillas
"Hasta hace mil días, la mascarilla era ese protector que solo usaban los médicos y los turistas japoneses. Decretada su obligatoriedad, hicimos un máster acelerado en la materia. Empezamos a distinguir con precisión sus diferentes tipos y las maneras distintas de llamarlas al otro lado del Atlántico: tapabocas o cubrebocas"
Mascarillas
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Madrid
Hasta hace mil días, la mascarilla era ese protector que solo usaban los médicos y los turistas japoneses. Decretada su obligatoriedad, hicimos un máster acelerado en la materia. Empezamos a distinguir con precisión sus diferentes tipos y las maneras distintas de llamarlas al otro lado del Atlántico: tapabocas o cubrebocas. Esas mascarillas, que llegaron hasta a los supermercados, estuvieron siempre en nuestro diccionario como diminutivo de máscara, una palabra que nos llegó del italiano, pero tiene su origen en el árabe. Si la hubiéramos tomado del griego, habríamos usado prosoponcillas, porque prosopón, que significaba literalmente "delante de la cara", era lo que se ponían los actores helenos para cubrir el rostro en sus representaciones.
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También significa eso, "delante de la cara", antefaz, que fue la palabra castellana que precedió a antifaz y desapareció del diccionario en 1936. Al principio antifaz nombraba la máscara que cubría toda la cara, mientras la mascarilla era la pequeña máscara que cubría solo las facciones alrededor de los ojos. Con el paso del tiempo, el genio del idioma decidió que se invirtieran los términos: el antifaz quedó para nombrar lo que cubría la parte superior de la cara, y la mascarilla, para lo que tapaba boca y nariz. La escasez de suministros disparó su precio en los primeros meses de pandemia y, como dirían Itu o Matías Prats, las mascarillas fueron entonces, de verdad, más carillas.