Mucho más que huevos rotos: los porqués del éxito de Lucio Blázquez
A punto de cumplir 90 años, el hostelero madrileño presume de haber conocido "a todos los artistas y a todos los presidentes del mundo", pero solo se santigua al pronunciar el nombre de una actriz de Hollywood
Madrid
Lucio Blázquez ha tenido una semana especial: homenaje de los hosteleros de la calle Cava Baja, una placa en la puerta de su restaurante... y hasta un vídeo viral con el alcalde Almeida. Pero la vida de Lucio Blázquez no ha sido una vida cualquiera. "Gracias a Dios, he tenido bastantes semanas especiales", explica. "Empecé a trabajar con 9 años y voy a cumplir 90. ¡Conozco a todos los personajes del mundo! Artistas, presidentes, escritores, toreros... ¡Como yo no ha vivido nadie! Además de divertirme y de reírme... Pero sí, esta semana ha sido bastante especial".
Casa Lucio es un pequeño milagro camuflado en el interior de una taberna castiza. Al cruzar la puerta, a mano izquierda, hay una barra que (de no ser por los jamones 5 Jotas que se ven al fondo) podría ser la barra de cualquier bar español: una bandeja con boquerones en vinagre, una lata de anchoas, una cubeta con media docena de botellas de vino y una gran cafetera manejada con diligencia por un camarero de los de antes, con camisa y corbata. En la carta tampoco hay nada sospechoso: melón con jamón, judías verdes, lentejas, callos, rabo de toro, churrasco, merluza en salsa verde... La magia, curiosamente, radica en lo más humilde e insospechado del menú: los huevos rotos.
Mucho más que huevos rotos: los porqués del éxito de Lucio Blázquez
Lucio Blázquez presume de tener "el restaurante de categoría más barato de Madrid". Un restaurante en el que, a diferencia de lo que sucedía en otros lugares, según cuenta, nunca han despreciado a nadie por querer solo un humilde huevo frito con algo de pan para mojar. Un restaurante por el que han desfilado (y siguen desfilando) cientos de famosos. Durante la grabación de esta entrevista, sin ir más lejos, David Broncano y Mariano Rajoy (cada uno en su mesa).
Pero al preguntarle quién le ha impresionado más, el hostelero madrileño balbucea el nombre de Ava Gardner... y, a continuación, sonríe y se santigua (quizá porque estaba pensando en que una vez, según ha contado, le bajó las bragas).
Una fórmula muy sencilla
Pero, ¿por qué esos huevos estrellados (14,50 euros) son tan famosos? Una breve incursión en la cocina nos permite asistir al proceso de creación y, en efecto, no parece nada extraordinario: patata gallega, huevos, aceite de oliva y sal. Lucio resume la receta de otra manera: "Si es todo fresquísimo, está todo bien hecho y encima es más barato, ¿qué más quieres que descubra?".
Los sirven sin puntilla, eso sí, porque el hostelero madrileño es más partidario de la "jugosidad". Algo a lo que, por otra parte, ha llegado por mera intuición: "A mí no me ha enseñado nadie. La hostelería la he aprendido yo solo, paseando por la calle, sin carreras y sin nada".
Un máster de las relaciones públicas
Claro que su hija, María Blázquez, aporta una versión una tanto distinta: "Mi padre ha sido un máster de las relaciones públicas. De hecho, le han puesto de ejemplo en las escuelas de marketing. ¡No es cualquier cosa! Es listo y, sobre todo, es un hombre que siempre ha querido hacer felices a los demás. Se paseaba por las mesas, contaba dos o tres chistes y los clientes acababan muertos de risa. Es más, ¡se los llevaba de copas! Si le preguntaban a dónde podían ir, les decía que se fueran con él al mejor sitio que había en Madrid".
Lucio Blázquez se ha hecho famosos vendiendo huevos estrellados, pero lo que vendía, en realidad, era otra cosa mucho más complicada: ¡que cada cliente se sintiera especial! Esa extraordinaria dedicación al trabajo, de todas formas, ha tenido pros y contras. "Nosotros, cuando éramos pequeños, le hemos echado en falta", señala. "Pero mi madre, gracias a Dios, estaba muy pendiente... ¡así que todo bien!".
Al igual que sus dos hermanos, María Blázquez estudió Derecho y se ha acabado centrando la gestión de los tres restaurantes de la familia, así que el futuro de Casa Lucio está en buenas manos: "Nunca pienso en que mi padre no esté porque me da un soponcio. Si estuviese yo sola, el vértigo sería impresionante. Pero el apoyo de mis hermanos, cada uno con su visión, es muy grande".
"A mí me funciona la cabeza"
Pero el homenaje de esta semana no presagia un final. ¡Al contrario! Es cierto que, a sus casi 90 años, Lucio Blázquez camina con cierta dificultad, pero sigue yendo al restaurante todos los días y allí, sentado en una gran mesa redonda, sosteniendo una copa de vino blanco rebajada con agua, no deja de saludar a los clientes que van y vienen, y de charlar con parroquianos ilustres. De hecho, no puede disimular su enfado al darse cuenta de que dos periodistas de la tele se han marchado sin decirle adiós. "A mí me funciona la cabeza", reivindica orgulloso.
Su padre, según cuenta, solía hospedarse en la Cava Baja cuando bajaba a Madrid para comprar en el Rastro todo lo que, en su opinión, podría volver a vender en Serranillos (Ávila), el pueblo natal de Lucio Blázquez. Ahora, en 2023, no solo hay miles de personas recuerdan con cariño la vez que comieron huevos rotos en Casa Lucio, sino que algunos de los mejores cocineros de la capital —Mario Sandoval, Juanjo López, Marián Reguera, Peña Muñoz, Nino Redruello, Juan Pozuelo y Sacha Hormaechea— le van a rendir tributo, en locales de esa misma calle, con distintas versiones de su plato más famoso. De las risas y el cariño, a la veneración. No se le ha dado nada mal.
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Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía...