La historia de la española que estuvo dos años encarcelada injustamente en una de las cárceles más peligrosas del mundo: "He visto cómo chicas se prendían fuego y se cosían la boca"
Pepa Richarte fue acusada y condenada por un homicidio que no cometió
La historia de la española que estuvo dos años encarcelada injustamente en una de las cárceles más peligrosas del mundo: "He cómo chicas se prendían fuego y se cosían la boca"
Madrid
Pepa Richarte estuvo un año y medio en prisión por un crimen que no cometió. Así lo sentenciaron los tribunales. Pero no fue una acusación cualquiera y no cumplió la injusta condena en un lugar cualquiera. Esta sevillana fue acusada de matar y descuartizar junto a su marido a la propietaria de su piso de la ciudad argentina de Rosario, donde residían. Ni un día se cansó de repetir que ella era inocente, hasta que, en el último momento, fue exculpada.
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Richarte, que ahora tiene 60 años, conoció a Marcelo en Sevilla en 2014. Era un argentino que residía en España por aquel entonces. Ambos se enamoraron y se casaron. Pero el mismo día de la boda todo comenzó a torcerse y él empezó a mostrar su cara más violenta, hasta el punto que llegó a agredir al exmarido y al hijo de Pepa, por lo que fue condenado y tuvo que trasladarse a Argentina. Unos años después, Marcelo prometió a Pepa que había cambiado y la convenció para que ella se fuera a vivir a Rosario con él. Ella aceptó, pero, sin embargo, descubrió que todo seguía siendo igual, ella era la que iba a tener que trabajar de día en una tienda y de noche atendiendo personas mayores.
El caso de Pepa Richarte
Marcelo y Pepa se habían ido a vivir a casa de María Isabel Ruglio, una profesora jubilada que les alquilaba una habitación. Pepa y María Isabel se habían hecho amigas porque la anciana era clienta habitual de la tienda en la que trabajaba la española por el día y le propuso alquilarles a ellos la estancia. Ese día de febrero, Pepa volvió a casa por la mañana después de pasar la noche en casa de uno de los señores a los que cuidaba y encontró varias cosas extrañas. Su marido tenía una herida en la mano, el desagüe de la ducha estaba roto, había algunas manchas por la casa… Unos días después, unos pescadores hallaron bolsas con restos humanos en un río cercano y se conectó ese hallazgo con la desaparición de la profesora jubilada. La policía detuvo entonces a Marcelo y a Pepa por el homicidio.
Finalmente, Pepa demostró su inocencia porque, al final, casi unas horas antes de que se dictara sentencia, Marcelo se derrumbó y pidió hablar con el juez para dejar claro que lo había hecho solo y que Pepa no tenía nada que ver. Para entonces, Pepa ya había estado un año y medio encarcelada, primero en prisión y después en un convento. No ha sido hasta finales de 2022 cuando ha podido regresar a Sevilla.
"He visto cómo chicas se prendían fuego y se cosían la boca"
Pepa Richarte ha contado este martes en La Ventana que estuvo dos años en la cárcel privada de médicos y se está recuperando psicológicamente. "María Isabel fue la única persona que me echó una mano en el extranjero. Para mí fue un golpe muy fuerte", cuenta. Richarte denuncia que requiere ayuda psicológica y psiquiátrica pero que su caso ha sido catalogado como "no importante". Comenta que su psicóloga ha hecho un trabajo extraordinario y que a día de hoy no se siente responsable.
"A mí me han robado y me han insultado. Era la única española en la cárcel de Rosario y las demás reclusas pensaban que estaba forrada. He visto cosas muy malas: cómo chicas se prendían fuego y se cosían la boca y cómo te metían una paliza por nada", recuerda.
Richarte confiesa que no se creía la acusación porque sabía que era inocente. "Marcelo me llamó antes de una audiencia amenazándome porque mi familia quería hablar del maltrato que había recibido", explica.
"El perfil más habitual es el de gente que vende droga"
Javier Casado es el director de la Fundación +34, que trabaja para mejorar la calidad de vida y facilitar la reinserción de los presos españoles en el extranjero. Ha apuntado que Rosario es, junto a Guayaquil, una de las ciudades más peligrosas del continente americano. "Está por encima de los índices de violencia de México", explica.
Casado ha estado recientemente en contacto con españoles encarcelados en Japón y Costa de Marfil. "El perfil más habitual es el de gente que vende droga. Son personas con dificultades económicas que no tienen nada que ver con el crimen organizado", argumenta. El directivo cuenta que unas de las cárceles con peores condiciones para vivir son las japonesas. "No están pensadas para la reinserción. Los presos salen con secuelas psicológicas muy graves", indica.
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