Gestación subrogada

Quién nos iba a decir que Ana Obregón nos llevaría a bucear hoy en el latín para buscar las raíces de la gestación subrogada. Gestar, en esa lengua madre, era "llevar algo consigo o encima", o "llevar de acá para allá". Y la huella de este verbo quedó en dos adjetivos que encontramos, por ejemplo, en la mujer gestante, la que lleva el feto hasta el momento del parto, o en la silla gestatoria, la que usan en El Vaticano para llevar al papa en volandas de un sitio a otro en algunas solemnidades. Y subrogar es un concepto legal consistente, cuando hablamos de personas, en sustituir a alguien o ponerlo en lugar de otro. Sabiendo esto, se deduce el concepto del que hoy todo el mundo habla.

Aunque desde el embarazo de la madre de Cristo y el de su abuela, de nombre Ana, por cierto, tenemos ejemplos de peculiares gestaciones, esta gestación subrogada es relativamente reciente en términos históricos. Tanto que entró en el diccionario de la RAE en su última edición, junto a otros dos conceptos más llanos, el de "gestación por sustitución" y el de "vientre de alquiler". En los tres casos, la definición es la misma: "embarazo en que una mujer gesta un embrión ajeno". Y seguramente asunto tan complejo merecería alguna precisión más.